domingo, 3 de marzo de 2024

Aceptación y autenticidad

A veces las personas vivimos situaciones de fragmentación interna. Para tapar nuestros propios límites ante los demás nos obligamos a ser extrovertidos, simpáticos y hasta exquisitos. Damos una imagen que no siempre responde a la realidad o a la totalidad de nuestro ser. Ciertas actitudes ambiguas reflejan un divorcio entre cómo me percibo a mí mismo y cómo me perciben los demás.

En aquello en lo que somos buenos, solemos ser expansivos para demostrar lo mucho que sabemos. Hay personas a quienes les gusta dar lecciones para señalar lo valiosos que son sus conocimientos. Pero esto es un mecanismo de defensa: tienen que demostrar que son maduras y competentes, incluso superiores a los demás, cuando en realidad están tapando algo que no quieren que se visibilice.

El desdoblamiento

Hay casos en los que se vive un auténtico desdoblamiento de la personalidad. Esto sucede cuando se abre un abismo entre las relaciones familiares y las relaciones sociales. Hay una enorme separación entre aquello que se muestra en el núcleo familiar más cercano: cónyuge, hijos, y otros ámbitos en los que la persona se mueve.

Ante los demás se muestran atentos, amables, comunicativos, espléndidos y generosos. Sin embargo, con la persona que vive a su lado, son todo lo contrario. Exigentes y broncones, fluctúan entre el aislamiento, porque no soportan la compañía, y el enfado, porque nadie es lo bastante perfecto. Afuera están creando un paraíso artificial, con mucha impostación y forzada amabilidad. Por dentro, en la convivencia del hogar, estalla un auténtico infierno. Son actores que saben moverse en diferentes registros. Pero, a la larga, su realidad va quedando al descubierto, porque los demás captan esta ambivalencia y su verdadera personalidad va aflorando.

Este desdoblamiento revela algo muy hondo en su psicología y motivaciones. Tal vez una incapacidad para aceptarse a sí mismos, o la incapacidad para amar. Alcanzar una convivencia armónica requiere de mucha paciencia, sacrificio y entrega para llegar a la sintonía profunda. Esto es lo que hace crecer y madurar a la persona.

Ser tú mismo

De una convivencia plena puedes salir al mundo sin fingir. Si sales de tu casa lleno, contento, pletórico, no tienes que pretender ser lo que no eres. Puedes ser tú mismo, eso sí, atento a los demás y adaptándote a cada situación con prudencia y la distancia adecuada. Desde esta postura es como se aprende a estar en cada momento y en cada lugar. Podrás conectar con cualquier persona e ir generando una buena relación que os enriquezca a ambas partes.

Todos podemos aprender mucho de los demás, incluso de aquellos a quienes hemos puesto un cliché. Aprendamos a escuchar con calma, sólo así el otro aceptará con gusto lo que le podamos enseñar y sacaremos lo mejor de ambos. Dejaremos a un lado la insolencia y la arrogancia y estableceremos una comunicación auténtica y real con los demás.

Aceptándonos como somos y buscando mejorar, por amor y espíritu de servicio, podremos cultivar buenas relaciones, dentro y fuera de casa. La alegría no será impostada, sino real. Ya no habrá sarcasmo ni ironía, sino buen humor y cordialidad. Cuando se utilizan las bromas fáciles para empequeñecer al que está a tu lado, estás poniendo una barrera.

Aprendamos a amar y a ser agradecidos con todos. Perdamos el miedo y nos mostraremos tal como somos, sin dobleces. Cuanto más maduros seamos humanamente, mayor madurez espiritual vamos a adquirir. Todos necesitamos sentirnos valorados, desde el barrendero que limpia las aceras de nuestra calle hasta un famoso médico que salva vidas. Nadie es menos importante. Por el solo hecho de existir, todos poseemos dignidad.

domingo, 4 de febrero de 2024

Dos hermanas tenaces

Son dos hermanas, de origen dominicano, que un día decidieron emigrar a España buscando mejores oportunidades para trabajar y ayudar a su familia. Oriundas de Hato Mayor del Rey, un pueblo de tierra fértil, rico en cítricos, cruzaron el océano para abrirse camino en Europa. Su historia está llena de sacrificio y coraje, como la de tantas personas que muestran un constante empeño de superación y mejora personal. Son dos hermanas fuertes, luchadoras, que nunca han desfallecido en el intento por conseguir sus metas.

Aterrizar en un país tan lejano y diferente, y en una ciudad como Barcelona, ha supuesto para ellas un esfuerzo permanente por lograr la estabilidad económica y la integración social. Con muchas horas de desvelo, en medio de grandes inquietudes y no pocos momentos de duda, preguntándose si lo que hacían era lo correcto, no han vacilado nunca a la hora de trabajar por sus sueños. Tenían su propósito muy claro y jamás se han rendido.

Tras años duros de perseguir un sueño que tardaba en cumplirse, el milagro ha ocurrido. Su ahínco y su responsabilidad en el trabajo han dado sus frutos.

Maribel y Janet son dos mujeres alegres, serviciales y con profundos valores religiosos. Entregadas, generosas y con una fe férrea, su amabilidad les ha permitido generar redes de contactos y relacionarse con muchas personas; de ahí les ha surgido la oportunidad. Son abiertas y honestas, con principios muy sólidos y dones que las capacitan para crear vínculos a su alrededor. Desde el comienzo, tuvieron muy claro que no querían quedarse bloqueadas por el miedo ni los obstáculos. Después de una trayectoria con muchas dificultades, han llegado victoriosas a la meta, como auténticas atletas, pisando las «bandas» del suelo y saboreando el triunfo.  

Maribel y Janet son dos campeonas que han salido a correr el maratón de su vida y han logrado el éxito a base de perseverancia y tenacidad. Son un ejemplo, pero en este combate su fe en Dios las ha sostenido siempre. Él las ha acompañado, de él han sacado las fuerzas de flaqueza. Tener a Dios como aliado les ha permitido triunfar.

Hoy, Maribel y Janet gestionan la cafetería de un centro cívico del distrito de San Martín en Barcelona. Siempre se han llevado bien, se quieren mucho y ahora son socias en la empresa. Su reto es conseguir que la cafetería funcione y tenga muchos clientes satisfechos, que disfruten de su acogida y de su buena comida. Ellas lo tienen muy claro, y lo poseen todo para prosperar y mejorar como personas y como cristianas.

Me pidieron que fuera a bendecir el local y fue una bonita experiencia. Deseo que esta bendición sea para ellas un empuje espiritual que las ayude a desplegar todo su potencial. Estoy seguro de que Dios las acompañará en esta nueva travesía y espero que logren convertir ese lugar en un cielo donde los que vayan encuentren dulzura, amabilidad, seriedad profesional y, sobre todo, servicio y amor.

Doy gracias a Dios por haberlas conocido y porque forman parte de mi comunidad. Continúa la historia de estas dos hermanas tenaces en busca de su plenitud.

domingo, 28 de enero de 2024

Mi yo convertido en publicidad

A lo largo de mi vida he conocido a personas que han ido perdiendo su identidad en favor de una marca publicitaria empresarial, o en una marca de sí mismos. Hoy, por Internet, se puede acceder a infinidad de masterclass donde se exponen los pasos para crear tu marca personal. También hay empresas (suelen ser negocios de marketing de redes o multinivel), que constantemente adoctrinan a sus asociados, a través de un profundo marketing, para abducirlos hasta asimilar su personalidad con la de la empresa. Estas personas se identifican totalmente con la marca corporativa, disolviéndose su yo en la publicidad. Las compañías utilizan técnicas muy bien elaboradas, con recursos psicológicos y emocionales y mantras de auto empoderamiento, insistiendo en elevar la autoestima de sus afiliados, de modo que les hacen sentirse auténticos campeones de la causa. Repiten una y mil veces el discurso sobre las bondades de la empresa, así como de sus productos. Y los afiliados, noche y día, estén con quien estén, hablan de la maravillosa empresa de la que forman parte. He podido comprobarlo de primera mano: estas personas acaban desapareciendo, convirtiéndose en la imagen publicitaria de la empresa.  Su identidad queda fagocitada, pero están convencidas de que esto es lo mejor para ellas: no hay empresa mejor ni producto mejor. El límite entre ellas y el negocio queda diluido: son una misma realidad.

La verdad, oyéndolas, me quedo preocupado. Cuando recibo mensajes de estas personas, estoy recibiendo publicidad e información de su negocio; pocas veces he recibido una comunicación personal. Ni siquiera te preguntan cómo estás, directamente te lanzan el mensaje corporativo.

Cuando cuestionas su trabajo se inquietan y se ponen muy nerviosas. Están tan enajenadas que hasta se violentan. No saben separar ni reconciliar trabajo, hogar, amistades u otros ámbitos: todo pasa por su empresa. Pero es bueno, para la salud de una persona, separar los ámbitos y equilibrar.

La esclavitud en nombre de la libertad

¿Por qué estas personas no te hablan de sí mismas? ¿Por qué no te hablan de su situación, de cómo se sienten? Quizás sus vidas no sean tan maravillosas y son incapaces de ver que en el mundo hay otras opciones, tan valiosas como la suya. Quedan bloqueadas y no logran avanzar. Se exigen a sí mismas más de lo que pueden dar y se cierran a otras posibilidades y oportunidades.

Estas empresas hablan de libertad financiera. Es el gran argumento para atrapar. Así, reclutan un ejército de gente que trabaja para ellas, motivados, sí, pero la mayoría nunca alcanzan sus metas. ¿Cómo tapar la frustración? A base de eventos, adoctrinamiento y mensajes reiterativos. Las personas atrapadas no tienen tiempo de reflexionar y de ver su cruda realidad. Trabajan muchas horas y obtienen poco dinero. Les han prometido la libertad económica y muy pocos la consiguen. Necesitan tejer nuevas redes de contactos para multiplicar sus ventas, pero no siempre es fácil, porque dependen de muchos factores. La mayoría permanecen en un nivel bajo o intermedio, que apenas les permite sobrevivir.

En las empresas multinivel esto es muy frecuente. Hay enormes diferencias entre los de arriba y los de abajo. Para los que están en la base de la pirámide, el trabajo puede ser doble, con resultados ínfimos.

Encontrar el camino propio

Creo que cada cual ha de conocer sus talentos y capacidades, su formación y, sobre todo, su vocación. Y una vez lo sepa, empoderarse en aquello que sea más acorde con lo que le gusta y con lo que es. Puede ser una profesión, o un emprendimiento que tenga que ver con su personalidad. O puede complementar dos trabajos diferentes: lo que le gusta y lo que le permite subsistir. Sea cual sea, ha de potenciar su identidad y su plenitud humana.

Si el trabajo es importante, no menos lo son la familia y los amigos. Reconciliar estos ámbitos es fundamental para vivir una vida plena. Creo que no hemos de hablar tanto de “libertad financiera” sino de libertad personal. Porque cuando se habla de “finanzas” puede haber un sesgo e incluso una tendencia filosófica que sitúa el valor de la prosperidad por encima de todos. Es verdad que todos tenemos el derecho a prosperar, pero siempre en aquellos ámbitos que se identifiquen con nuestro carácter. Hemos de hacer una sana reflexión sobre nosotros mismos y descubrir exactamente cuál es el propósito de nuestra vida. Esta es la base del crecimiento humano, en lo espiritual y en lo económico.

Sólo así sabremos que lo que estamos haciendo es lo correcto, porque viviremos una vida en armonía con nosotros mismos.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Un alma pura

Se llamaba Pura y falleció recientemente con 94 años. Formaba parte de la comunidad parroquial de San Félix. La conocí en el verano de 2010, era una feligresa muy asidua, mujer piadosa y de profunda fe. Su compromiso con la parroquia ha durado más de 60 años, en los que ha participado fielmente y con intensidad tanto en las misas dominicales como en los momentos fuertes del año litúrgico.

Venía a diario a misa y al rosario. También formaba parte del grupo de adoración nocturna. Para ella la parroquia era una extensión de su casa: conectaba ambas realidades con total naturalidad.

En su hogar, Pura se volcó a su familia y al cuidado de sus hijos. Los educó en sus valores cristianos y creó un ambiente afable y de bondad a su alrededor.

Tras morir su marido, pasó 32 años viuda. La experiencia de la pérdida no apagó su fe ni le impidió mantenerse fiel a sus quehaceres domésticos y a su compromiso parroquial.

Su presencia era muy discreta y su trato prudente y exquisito. Percibí en ella un alma muy pura y sencilla, pero firme como una roca. De pocas palabras, su comunicación era cálida y sincera, y a menudo iba más allá de lo verbal. Recuerdo que se movía con suavidad y sigilo, como si no quisiera molestar. Toda ella desprendía sensibilidad, como una flor perfumada. Su manera de ser atraía porque siempre trataba a los demás con extrema delicadeza. Esta actitud definía su personalidad: cuando no estaba, se la echaba de menos. Sobre todo, en los últimos años, cuando ya estaba muy enferma.

No es habitual encontrar personas con tanta finura en el trato, tan delicadas y a la vez tan fuertes. Desde su silencio, Pura trabajó con empeño por hacer crecer su hogar y su parroquia. Supo levantar con amor una familia: la suya es otra de tantas microhistorias que hacen posible un proyecto familiar y un apostolado parroquial. ¡Cuántos laicos buenos están contribuyendo a la misión de la Iglesia en su compromiso evangelizador!

Pura forma parte de este rosario de personas cristianas que han contribuido a forjar la comunidad. Como otros feligreses difuntos, se unirá a este grupo de benefactores que, desde el cielo, siguen velando por nosotros, para que la parroquia siga fiel a su misión.

Gracias, Pura, por tu ejemplo y testimonio cristiano. Gracias por ser una estrella que se suma a esta constelación de feligreses que ya viven para siempre en los brazos de Dios. No dejes de interceder, cuidar y proteger a tu querida comunidad.

domingo, 3 de diciembre de 2023

El hombre araña

No me refiero a Spiderman, ni a otro héroe del mundo del cine o del cómic. Me refiero a cierto tipo de personas con un perfil psicológico que me recuerda a este inteligente animal que teje finas redes. Son aquellos que, en sus relaciones con los demás, van tejiendo una red que va envolviendo a su presa, sin que se dé cuenta, para cazarla y fagocitarla después.

Son personas de apariencia muy amable y exquisita, que parecen estar muy pendientes del otro. Incluso a veces se exceden en su amabilidad. También parecen muy generosas, al menos al principio. Todo esto responde a una sutil estrategia para sacar algo de los demás, a veces con intenciones oscuras. Son expertas en manipulación y seducción, y su táctica pasa por diferentes etapas.

En la fase inicial, son generosas y crean un ambiente cálido y atento a su alrededor, para que el otro se encuentre a gusto y baje la guardia. Así lo van debilitando, con su cortesía y atenciones, hasta ganar su confianza. De entrada, nadie duda de las buenas intenciones de esta persona tan amable, a quien es fácil abrir el corazón.

Poco a poco, la relación con estas personas puede llegar a generar una dependencia. Aquí entramos en la fase intermedia. Uno queda tan envuelto en la red invisible, que cree ser alguien importante en la vida de la «araña». Incluso se generan expectativas prometedoras. Ya está atrapado en sus garras.

Pero no podrá clavarle el aguijón hasta que el otro esté totalmente envuelto en la red, de manera que no tenga posibilidad de escapar y quede paralizado entre sus hilos. La persona atrapada está inmovilizada y ya no puede defenderse.

Evidentemente, la gravedad del caso dependerá del grado de perversión o de las intenciones: puede ser un chantaje emocional o económico, el pago de una deuda, una dependencia familiar o incluso obtener favores sexuales. La víctima ya está cautiva y a merced de su predador, que ha conseguido lo que quería.

Así, lo que comenzó como una relación de aparente generosidad, acaba siendo una esclavitud, donde la persona sometida se convierte en un bien de consumo para el depredador. De manera suave, sin ruido, ha puesto en marcha una táctica de seducción envolvente que puede llegar a arrebatar al otro su identidad. El aparente buenismo tiene una clara intención: ir anestesiando a la víctima para evitar que su inteligencia se active y reaccione.

¡Cuántas situaciones enmarañadas vemos a nuestro alrededor! Quitan la alegría, la serenidad y la lucidez en las relaciones humanas. Conozco a personas que están o han estado en esta situación, y realmente el proceso de liberación es muy doloroso y angustioso. La inoculación del veneno quita margen de reacción a la víctima, porque ha ido adormeciendo incluso sus instintos naturales de supervivencia y se hace muy difícil salir de las zarpas opresoras. Para escapar, es necesario que intervenga una tercera persona: un amigo, un familiar, un terapeuta, un consejero que ayude y apoye a la víctima. De estos abismos no se sale fácilmente, porque, entre otras cosas, se ha logrado desarrollar el síndrome de Estocolmo. Esto sucede mucho entre parejas, tanto heterosexuales como del mismo sexo. La víctima ha quedado tan absorbida que ha dejado de ser ella misma.

Pero de todo se sale, aunque el camino sea largo y costoso. Se puede volver a activar la inteligencia y el instinto de vivir para salir de la trampa y resetear la mente. Ser consciente de la situación es el primer paso para, poco a poco, hilo a hilo, ir desatándose del otro.

Alerta cuando alguien se muestre excesivamente amable, o cuando quiera dártelo «todo» sin conocerte apenas. Desconfía, porque puede haber intereses escondidos. Cuando alguien de verdad quiere ayudarte debes tener una cosa muy clara: lo primero que querrá esa persona será tu libertad y tu bien real. Si te sientes cada vez más enganchado, está claro que hay un plan para reducir tu libertad y someterte para sacar algún provecho de ti.

Cuidado: las apariencias son amables; las intenciones son malvadas. Hay que estar muy despiertos.

domingo, 29 de octubre de 2023

Un canto a la sencillez

Sara Carrete nació el día 24 de agosto de 1934 en Seara de Quiroga, un pueblecito de la provincia de Lugo. Tenía dos hermanas y un hermano.

Quisiera subrayar dos aspectos clave en su vida: su fidelidad a la Iglesia y su amor a la familia.

Jesús era el centro de su vida. Como cristiana, vivía su fe inquebrantable de una manera sencilla y a la vez profundamente enraizada en su corazón. Siempre firme en sus convicciones, además de tener una sólida fe era una trabajadora incansable. Todo lo que hacía, pensaba y creía se reflejaba en su vida, que vivía con intensidad.

Para su familia era un rayo de esperanza y consuelo. Atenta a las necesidades de los demás, animaba a los suyos y los apoyaba de manera total e incondicional, sobre todo en los momentos difíciles. Siempre estaba allí. Su experiencia humana y cristiana brillaba en estas ocasiones en las que se volcaba por el bienestar de la familia. Sara sabía estar al lado de los suyos, tanto en la primavera como en los inviernos oscuros, aportando siempre luz. Sus sobrinos Rosa, Benjamín y Asunción, así como su cuñada María Isabel, tuvieron una hermosa relación con ella, en su comunicación había gran sintonía y cariño.

Sabía dar un toque especial a todo cuanto hacía. Su sensibilidad dejaba huella en el corazón de los demás. Hoy día se da mucha importancia a lo grande, lo espectacular e impactante. Ella valoraba las cosas que pasan desapercibidas. Descubrió que en lo pequeño hay algo grande y que la vida cotidiana está hecha de cosas pequeñas pero valiosas. Entendía muy bien aquel versículo del evangelio: «Te doy gracias, Señor, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has dado a entender a la gente sencilla» (Lucas 10, 21).

Sara murió el día de San Francisco, el 4 de octubre de 2023. Se fue serena y durmiendo. Su hermana Carmen siempre la atendió con exquisitez. Ella vivió ese trance hacia la eternidad con paz: ardía en deseos de encontrarse con sus padres.

La historia humilde de Sara es desconocida por muchos, pero a los que la conocían nunca los dejaba indiferentes, y no por algo extraordinario que hiciera, sino por su dulzura y su irresistible sencillez. Conquistaba el corazón con su calidez y su capacidad de acogida. Para los suyos fue un regalo y un legado.  

Con su partida, Sara ha dejado un profundo vacío en su familia. El vínculo afectivo que los unía ha quedado dolorosamente rasgado. Alguien a quien querían tanto se les ha ido y el duelo pesa en el alma. Pero, más allá de la tristeza, son conscientes del don de su vida. Agradecen el privilegio de haberla conocido y de haber aprendido tanto de esta mujer increíble que lo dio todo por los suyos.

Este escrito recoge una serie de reflexiones sobre unos hermosos testimonios, tanto escritos como verbales, de su hermana Carmen y de su sobrina, así como del resto de la familia. Vosotros os sentís privilegiados por su legado humano y espiritual. Pero yo quisiera añadir que en los momentos difíciles ella también sintió vuestro calor. Vuestra entrega incansable expresaba el amor mutuo y desinteresado que os unía. Le disteis vuestro soporte y supisteis acompañarla con enorme dulzura.

Amante de los libros y del saber, ahora se abre un nuevo libro ante Sara: las bellas páginas del cielo se despliegan ante sus ojos. Se encontrará con Jesús, su amor y su amigo, en la eternidad. Las páginas de esta historia no tendrán fin.

domingo, 8 de octubre de 2023

La incomunicación, un muro a derribar

La comunicación entre las personas es esencial para fortalecer los vínculos y la cohesión familiar. Asumiendo que hay un deseo de crecer juntos, la calidad del compromiso puede verse en riesgo cuando surgen dificultades. Por eso el matrimonio ha de velar de manera muy especial para que su unión siga teniendo sentido, así como la voluntad de permanecer juntos en un proyecto común. Muchos matrimonio empiezan su camino con alegría y felicidad, pero, con el paso del tiempo, la comunicación se deteriora, se hace más escasa, y la unidad se va fragmentando. La relación se agrieta y se empobrece. Poco a poco, aunque sigan viviendo juntos bajo el mismo techo, se abre un abismo de incomunicación que va separando a los cónyuges. Ya no saben mirarse a los ojos como antes y se genera un profundo sufrimiento. Todo se complica si uno de los dos padece sordera: es la excusa para huir hacia adelante y eludir toda responsabilidad. Las paredes de la casa se convierten en muros blindados. La distancia entre ambos aumenta, no hay diálogo y se hace difícil buscar soluciones. La persona que se aísla prefiere el mutismo, porque le da vértigo replantearse el fundamento de su relación.

Es preocupante que cada vez se den más casos de aislamiento entre matrimonios. La comunicación es vital; es el oxígeno de las relaciones. Sin ella se pierde el brillo en la mirada y se debilita el músculo del amor.

Hay personas que viven una profunda contradicción; es como una bipolaridad. Dentro de casa, se aíslan y buscan refugio en la lectura o en algún pasatiempo, encerrándose en su mundo. Pero, de puertas afuera, cultivan una buena imagen: se muestran amables, solícitas, cordiales. No soportan pensar que los demás se den cuenta de su situación, y mucho menos que sospechen una ruptura. Los desconocidos no adivinarán nunca lo que está sucediendo en el hogar. En cambio, con los suyos son personas frías, que desconectan y se meten en su guarida. No quieren enfrentarse con su propia realidad y la de su familia, con lo cual las relaciones se tensan aún más.

Esta dualidad existencial: fuera no soy el de adentro, y dentro no soy el de afuera, puede durar mucho tiempo, provocando un enorme dolor. La roca firme del matrimonio empieza a fisurarse; el fundamento que sostiene el compromiso se va desgastando hasta convertirse en arena. El tedio es una señal de alerta; pero la tristeza es el síntoma que indica que hay algo que hacer todavía, si ambos cónyuges se aman de verdad.  

Cuando un matrimonio envejece, se necesita valentía para no mirar a otro lado y afrontar con lucidez y serenidad esta etapa vital.

Será necesaria mucha humildad para asumir con sencillez que hay que volver a los fundamentos de la relación. Si uno quiere permanecer fiel al otro debe replanteárselo todo. Ha de aceptar sus propios límites y reconocer que su conducta puede no favorecer la mejora de las relaciones. Tendrá que apearse del orgullo y la autosuficiencia para iniciar un camino de retorno a esos bellos momentos que los llevaron a unir sus vidas para siempre. No se trata de tener capacidad intelectual, sino corazón, firmeza y voluntad para afrontar con valentía los problemas.

Hay personas muy sencillas, pero que son doctoras en amor y entienden de relaciones humanas. En cambio, hay gente muy preparada, con mucha formación, que es analfabeta en la sabiduría del amor y la entrega, incapaz de someterse al aprendizaje que las hará personas sensibles y solidarias.

La gente sencilla a menudo saca matrícula de honor en convivencia, en servicio, en generosidad, en amabilidad. La arrogancia intelectual impide calibrar el auténtico drama que puede generar a su alrededor. Sólo si uno mira hacia dentro de sí mismo y empieza a desnudarse ante el espejo de su alma, podrá iniciar un reencuentro sincero. Para ello, deberá tener mucho coraje y determinación. ¡Se puede lograr!