sábado, 6 de junio de 2020

Nadar en el océano de la escritura


Muchos de mis seguidores me habéis preguntado: ¿por qué escribes?

La verdad es que desde que soy adolescente me ha gustado escribir y he tenido la necesidad de hacerlo como una forma más de comunicación. Cuando mi corazón se llena a borbotones de ideas, pensamientos y reflexiones, escribir es una forma de canalizar todo ese potencial que llevo adentro. Reconozco que soy una persona sensible y que nada de lo que veo me es indiferente.

Todo lo que sucede a mi alrededor, para mí, es valioso. La realidad está llena de colores y texturas: unas palabras, un rostro, un amanecer, la fragancia de las flores o la belleza de una obra de arte. Todo esto impacta en mi alma. Pero, especialmente, me fascina el misterio del corazón humano, desde su sufrimiento en el abismo de sus limitaciones hasta su capacidad extraordinaria de reponerse en medio de las aguas turbulentas, y también ese reto permanente de culminar su existencia. Me sorprende descubrir esos corales en las profundidades de su océano interior, pero también la indigencia que lo lleva a cometer errores.

Cuando escribo, no me quedo nunca en el mero análisis de la psique humana. La abordo con respeto y admiración, con un deseo incansable de aprender en esta ósmosis entre mi realidad y la realidad de los otros. Para mí, todo lo que ocurre, lo inesperado, lo doloroso, lo gratificante, me enseña algo cada día y me lleva a paladear cualquier instante: gotas de sucesos que van llenando el estanque de mi alma.

Escribir no sólo es describir, sino vivir de la experiencia cotidiana y ser capaz de comunicar, con letras llenas de sentido, lo que vivo cada día como un regalo.

Escribir también es conectar las manos con el alma. De esa conexión surgirán bellos relatos que darán luz a esas personas humanas con sus historias, sus anhelos y sufrimientos. Escribir es definir las más bellas auroras del corazón del hombre. Es dejar suelta la imaginación que me lleva a navegar por los mares de la psique humana. Mis escritos tienen que ver con el inmenso misterio del hombre, sus límites y sus desafíos por lograr metas difíciles de conseguir, anhelos de culminar toda cumbre. También exploro esa dimensión del hombre que busca más allá de sí mismo a Dios. Sólo con la experiencia mística se da cuenta de que no es una abstracción mental, sino una realidad que lo envuelve y lo sobrepasa, pero que a la vez es capaz de iniciar un diálogo con él hasta llegar a fusionarse.

Me gusta incidir en este aspecto, que lo define como un ser hambriento de trascendencia, desde su propia indigencia. Esta dimensión espiritual que define al hombre como un ser abierto a los demás, a la naturaleza y a Dios. Quiero, con mi pluma, expresar y comunicar, frente a una cosmovisión de la realidad y del hombre negativa y destructora, una visión realista, pero positiva. No sólo somos pulsiones y estamos enganchados a unos traumas infantiles, que han podido marcar nuestra historia y nuestro futuro, sino que estamos llamados a crecer y florecer, con un propósito vital. No sólo estamos condicionados por la fisiología y la psicología. Tenemos algo dentro, que tiene que ver con esas ansias de plenitud que llevamos en el ADN. Esta búsqueda es la razón última de nuestra existencia.

Escribir es como tocar un instrumento, cada letra es una nota que embellece la melodía del relato. Por eso, un escrito es un diálogo entre aquello que escribes y tu yo más profundo. La literatura no es como una película en blanco y negro o muda. Cuando aquello que escribes está muy bien elaborado, puede llegar a penetrar tanto en tu psique que la propia imaginación y sensibilidad te llevarán a vivirlo como si fuera real, tanto como el impacto de una película en color. Las emociones que puede producir la escritura pueden llegar a ser incluso más intensas. Por eso hay mucha gente a quien le gusta leer, meterse de lleno en el libro y buscar en las profundidades de su contenido.

Escribir para mí es algo que forma parte de mi vida, como comer, descansar, rezar y amar. Es algo que me ayuda a descubrir lo que tengo dentro, en ese constante roce con la realidad. Escribir es dar rienda suelta a mi alma, dejar que vuele, abrazar la vida. Es abrirme a la sorpresa de esos acontecimientos que no salen en la prensa ni en la televisión, pero que no dejan de ser bellos e inspiradores, con los que te puedes emocionar, sufrir y alegrarte. Son lecciones para aprender a vivir y amar. Son pequeños relatos que pueden ayudar a retomar el rumbo a aquellos lectores que quizás más de una vez se han identificado con la persona y la historia que he contado, porque todas son reales, fruto de una experiencia vivida.

Escribir, para mí, es más que deslizar el bolígrafo sobre un papel; es fotografiar y a la vez dar vida con realismo poético a las grandes hazañas del ser humano. Escribir, finalmente, para mí es acariciar con la suavidad de una pluma la belleza del alma.

4 comentarios:

  1. Gracias por escribir, plasmar esos sentimientos y por compartirlos. Un cariñoso abrazo.

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    1. ¡Gracias! Sois muchos los que me inspiráis y me animáis a seguir.

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  2. Escribir es también regalar a los demás los dones que Dios nos da. Pues agoísta será aquel que sabiendo lo que el Creador le ha otorgado como una gracia del cielo no la quiera compartir por un grado sumo de tacañería.
    Padre Joaquin podría continuar para celebrar la dote maravillosa que nos regalas de manera cotidiana, pero no quisiera extenderme más de lo necesario en este papel que me corresponde de un sencillo comentario. Por lo que extraigo tan solo una de tus numerosos versos: "También exploro esa dimensión del hombre que busca más allá de sí mismo a Dios" para destacar la fe tan intensa que te acompaña siempre. Que así sea y continúes por muchos años más. Un abrazo.

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    1. Gracias, José, por tu comentario tan lleno de sinceridad y afecto.

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