El ser humano, consciente de su potencial, ha de tener muy claro que, más allá de conseguir una meta que se ha propuesto, debe valorar el proceso. Tan importante es el camino como el destino a alcanzar. En lenguaje empresarial, hablaríamos de la búsqueda de la excelencia. En lenguaje místico, hablaríamos de la búsqueda de perfección.
Este proceso, que a veces es largo y dificultoso, requiere
tener muy claros no sólo el final del trayecto, o la meta, sino otros aspectos
que te ayudarán a conseguirla. Por ejemplo, definir muy bien el camino por
donde quieres transitar, los medios necesarios para ponerte en marcha, la
suficiente formación, la voluntad, la tenacidad. Se ha de tener todo esto muy
claro, en la mente y en el corazón, así como la capacidad creativa de sortear
las dificultades. Además, es necesario que todo esto se enmarque en una misión
y una visión que resumen el propósito de nuestra vida.
Recientemente he hablado con una gran amiga, terapeuta de
enorme sensibilidad y con grandes talentos que sabe dar lo mejor de sí misma a
la hora de ayudar a los demás. Ella sabe unir bondad, inteligencia, creatividad
y capacidad de empatía cuando se trata de cuidar y sanar a la persona. Acumula
una larga experiencia como sanadora, tanto de patologías físicas como psicológicas
y espirituales. En su trabajo, la persona está en el centro de todo cuanto hace
y, desde su enorme capacidad para leer, no sólo el cuerpo, sino el alma, vuelca
todo su ingenio para buscar las mejores terapias para sus pacientes. Sus
extraordinarios resultados van más allá de lo medible científicamente. Aunque
la mejora real del paciente, sin lugar a dudas, pueda comprobarse mediante
pruebas diagnósticas y mediciones de aparatos, sus manos, sus ojos, su
intuición y su olfato le sirven para escanear la energía que desprende la
persona, pudiéndola aconsejar para mejorar su calidad de vida e incluso, en
ocasiones, salvando de la muerte a algunos de sus pacientes.
La conozco a fondo y cuando hablo con ella percibo que tiene
un don, un carisma especial. La salud global está en el centro de su vocación.
También ayuda a que la vida de las personas tenga un sentido y cada cual
aprenda a conocerse mejor a sí mismo. Todo esto, desde una dulzura inesperada,
que no le quita nada de profesionalidad y de un trabajo riguroso. He visto que,
en el ejercicio de su profesión, es capaz de desplegar un torrente de
iniciativas terapéuticas, que hacen de ella una persona singular. Y todo desde
una sencillez pasmosa. Tiene un tesoro en su corazón y en sus manos e irradia una
poderosa energía sanadora.
Pero también he descubierto en ella, estos últimos tiempos,
a una luchadora incansable con fuerza extraordinaria para sobrellevar las
dificultades. Pese a los serios obstáculos que ha tenido que afrontar, ha
demostrado ser una persona de profundas convicciones. En medio del caos, su
fuerza espiritual la ha llevado a la aceptación, la serenidad y el
discernimiento. Con una clara luz interior, ha sido capaz de reconstruir, no
sin dolor, una situación especialmente difícil que nunca la ha desviado de sus
metas. Al contrario, la ha hecho crecer más en su solicitud amorosa hacia el
prójimo.
Amante de la naturaleza, del cosmos, del ser humano y de la
vida, como le gusta repetir, vive volcada a su trabajo y a su familia,
especialmente a las personas enfermas que acuden a ella. Comprometida con la
salud, bálsamo para almas rotas, es un regalo para los demás. Con su calor sana
y acaricia; con su humor y alegría terapéutica se convierte en una estrella
luminosa para los cuerpos dolientes y los corazones heridos. Todo lo que
piensa, dice y hace responde a un centraje de su persona para servir mejor a
los demás. Su humanidad, bondad, acogida y ternura, así como su amor
incondicional por el bien, impregnan su vida. Todo lo hace desde el amor, y
desde su ser más genuino. Ella es la roca firme, ave que vuela y agua fresca
que regenera a las criaturas sedientas. El Dios de las alturas le ha concedido
estos inmensos dones, y ella los da con total generosidad.
Cuánto podemos aprender de personas así. Realmente, el escrito nos invita a todos a desenterrar talentos y a sacar lo mejor de nosotros mismos. ¡Gracias!
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