Cada vez más estoy constatando que ya no sólo muchos jóvenes ven y sienten que su futuro es incierto. También son los adultos quienes, en medio de un entorno social complejo, a veces padeciendo fracturas familiares y una baja autoestima, caen en el desaliento y se vuelven incapaces de tomar decisiones.
Muchos
han recibido una educación muy severa que quizás no potenció su talento y
capacidades. Han crecido con falta de referentes y modelos. La situación
económica y laboral precaria dificulta su proyección social y la inseguridad,
sumada a veces a la falta de valores, los hace sobrevivir como pueden, sin un
proyecto vital. Estando ya en una etapa de madurez, todavía tienen muchas dudas
sobre su futuro profesional, y el contexto social y cultural, con tantas
alternativas y cambios, no les ayuda a tener clarividencia a la hora de
decidir. La crisis que se da en todos los campos: político, económico, familiar
y de valores es otro factor decisivo.
Pero
me pregunto: ¿qué pasa con esas personas que ya no tienen veinte o treinta
años, sino que pasan de 40 o de 50? Es una edad en la que se supone que
deberían tener claro hacia dónde ir, orientando su vida profesional. ¿Qué pasa
con esta franja de edad, que algunos todavía no son capaces de tomar una
decisión definitiva? O van de un trabajo a otro, precario y que no les
satisface, simplemente para ir tirando. Me preocupa cada vez más, porque este
perfil de adultos está aumentando en los últimos años. Conozco a varias
personas así. Son valiosas, inteligentes, serviciales, con una gran bondad.
Pero, profesionalmente, están estancadas, atrapadas en su laberinto, que las
incapacita para dar el salto de su vida.
Del
análisis a la parálisis, suele decirse. Es un concepto muy utilizado en
psicología empresarial. Muchas de estas personas, preparadas y competentes,
pueden asumir retos para lanzarse y desplegarse, dando lo mejor de sí mismas.
¿Qué origina esta parálisis, que las empequeñece tanto? ¿Qué hay detrás de esta
gente valiosísima que está noqueada para tirar adelante? ¿A qué tienen miedo?
¿Qué les impide caminar hacia un futuro más atractivo y apasionante? ¿Dónde
está el problema?
Lo
lamentable es que ellas son conscientes de que, cuanto más retrasen su
decisión, el bucle en el que están atrapadas se hace más grande, y es entonces
cuando aumenta la sensación de estar perdidas, desubicadas, sin saber por dónde
tirar. Así se van autolimitando y entran en una espiral de creencias negativas,
donde el futuro es cada vez más oscuro. Lo más trágico es que el tiempo pasa a
velocidad de vértigo y no acaban de salir de su agujero negro. De una crisis
existencial pasan a un estado de depresión que todavía las aleja más del
esfuerzo necesario para salir. Así van encerrándose cada vez más en sí mismas.
Se sienten fracasadas, sin trabajo, sin estabilidad, desconectadas. Suelen ser
personas reservadas, que hablan poco o nada de lo que les ocurre. Lentamente,
van perdiendo la capacidad de comunicarse, se aíslan y no buscan ayuda. Si la
encuentran, les cuesta mucho escuchar, abrirse y dar un paso adelante. Así
entran en un estado de supervivencia psicológica. Rendidas, quedan atrapadas en
su inseguridad.
Estas
personas adultas, cuando fueron jóvenes quizás no supieron atreverse a luchar
contra una situación social o familiar que las dejó heridas. Quizás no
recibieron suficiente ayuda para estimular sus capacidades y sueños. No estaban
preparadas emocionalmente para combatir en un mundo donde la carrera siempre la
ganan los más fuertes, los más preparados o los que logran subir alto.
Pero
este es nuestro mundo. Vivir con realismo ayuda a enfrentarse a situaciones
difíciles. El mundo es complejo y convulso, y hay que aprender que ciertas
guerras no se deben luchar, pero otras sí. La voracidad económica es la brújula
que guía a muchos, la realidad es esta. Pero también hay muchos cuyo objetivo
no se centra en la ganancia, sino en el valor de la persona. Se han proyectado
y han sido capaces de superar el binomio economía-bienestar y valores, y han
salido adelante. En esta guerra, donde se parte de situaciones desiguales,
muchos han ganado el combate.
¿Cómo salir del hoyo?
Enfrentar
la vida con realismo es el primer paso para autoempoderarte. Acepta las cosas
como son, aunque no te gusten.
Ten
la certeza y la convicción de que tú eres soberano de tu propio cosmos
interior. En tu mundo interior, tú llevas las riendas.
Reconoce
tu propia valía: mereces un lugar en este mundo y tienes todo el derecho a
luchar por él.
Pero
también necesitas ayuda. Nadie llega lejos solo. Pide ayuda. Busca consejo y
apoyo. Y escucha lo que te digan, aunque en algún momento pueda incomodarte y
sacarte de tus esquemas. Un buen amigo que te aprecia te será muy sincero, no
te engañará ni te embalsamará, sino que te ayudará a crecer, aunque te duela.
Muchas
personas tienen claro qué deben hacer, pero no lo hacen. No pasar a la acción
muchas veces es la diferencia entre un triunfador y un fracasado. No tiene que
ver con tu valía ni tus conocimientos: se trata de tener coraje e intentarlo. Si
no sale, prueba otra vez, de otra manera, y estudia por qué no salió bien. Cada
fracaso es una lección.
Ponte
a caminar. A veces las cosas son menos complicadas de lo que te parece. Ves una
montaña inaccesible y, cuando empiezas a caminar, poco a poco, sin parar, vas
subiendo. Cuando te quieras dar cuenta, ya estarás arriba.
Nuestra
naturaleza está concebida para la victoria. No importa la edad ni la formación
ni los condicionantes sociales y familiares. Importa que tú creas en ti y lo
hagas.
Si
te reafirmas en las capacidades que tienes y las pones al servicio de los
demás, encontrarás tu gran proyecto vital. Darás un salto cuántico en la
dirección correcta, desplegando todos tus talentos, que has recibido como don.
Sólo así encontrarás sentido a tu existencia y se te abrirán las puertas de
enormes oportunidades.
Me da mucho qué pensar... La literatura de autoayuda y toda clase de métodos de coaching y terapias han experimentado un boom en el momento en que la gente parece más perdida. Será, como decía Jung, un problema de falta de propósito vital. O quizás, como descubrió Frankl, de falta de sentido. En las dos últimas generaciones, al menos, me parece que hemos sufrido graves contradicciones en nuestra educación. Y el mundo no acompaña, pues las contradicciones son aún mayores: entre lo que se propone como ideal y todo lo que se ofrece para no-conseguirlo. Nos falta arraigarnos en algo firme y consistente, y lo malo es que muchos ignoran o rechazan esa roca firme, esa raíz.
ResponderEliminarM'agradat molt l'escrit "atrapados en la inseguridat"penso que és molt cert tot el que s'ha comentat.
ResponderEliminarGràcies.
No se me ocurre otra cosa que pensar en la "Terribilità" del vocablo italiano que los contemporáneos del artista Miguel Ángel Buonarroti utilizaron para definir la mirada terrible que expresaba alguna de sus obras y yo la aplico a este análisis sobre la mirada con la que escribes y describes la situación que afecta a gran parte de nuestra sociedad contemporánea pero, con una ventana abierta hacia la esperanza de que aún "casi" todo tiene remedio solo necesitamos la mano visible o invisible de un amigo o del más poderoso de todos: Dios.
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