domingo, 11 de enero de 2015

Miedo a amar

Un deseo innato

Todos deseamos amar y ser amados. Es un anhelo que sale de lo más profundo de nuestro corazón. Desde niños tenemos la necesidad de sentir que alguien nos mime, nos quiera, nos dé seguridad. El amor a los padres, a los hermanos, a los amigos y profesores ha dejado poso en nuestra vida. Los amigos de la infancia, con quienes hemos sentido una enorme complicidad, han marcado nuestra primera experiencia de amor. Dentro de nosotros hay una tendencia natural a descubrir los secretos de esa misteriosa conexión que nos hace vibrar y crecer.

De jóvenes, en la adolescencia, entran en juego las emociones y sentimientos, y damos más valor que nunca a la amistad. La confianza nos empuja a iniciar aventuras afectivas. Con el tiempo las relaciones se estrechan y se crean vínculos de mayor calado y compromiso. No por ello deja de ser una etapa de contradicciones internas y mucha inseguridad. Las relaciones están basadas en las necesidades afectivas durante el paso de la pubertad hacia la adultez; necesitamos soportes emocionales que nos den seguridad.

Ya adultos, de una amistad de camaradería pasamos a relaciones definitivas de compromiso con alguien con quien crecer y compartir la vida para siempre. Esto exige un plus de generosidad por ambas partes, algo a lo que quizás no estamos acostumbrados. Pasar de una aventura de verano a un firme compromiso que vincule para siempre supone dar un gran salto que va a requerir una mayor dosis de realismo y de amor. Implica más entrega, comprensión, diálogo y capacidad de convivencia. En definitiva, una mayor madurez en las relaciones interpersonales.

Cuando el fuego languidece

Pero, ¿qué ocurre? Todos deseamos amar y ser amados. Pero con frecuencia las relaciones se rompen al cabo de un tiempo y ese deseo innato que llevamos dentro lentamente se va apagando. La potencia amorosa de los inicios pierde vigor y poco a poco se va desvaneciendo la fuerza que un día salía como fuego incontrolable. ¿Qué ha pasado? Cuando somos jóvenes parece que nos falte el aire y anhelamos con intensidad el amor. Llega la adultez y todo empieza a hacerse demasiado pesado: pesa la responsabilidad, el compromiso se convierte en una carga que pide entrega y sacrificio; la convivencia se vuelve insoportable, el diálogo languidece y se cae en un estado de supervivencia. ¿Dónde está la frescura de los inicios?

Cuando los miembros de la pareja se adentran en la esencia más genuina del amor, les da vértigo un compromiso que significa donación y entrega sin límites, de por vida. Ya no es un amor de la infancia, que es más un deseo de sentirse seguro, ni un amor adolescente, que en el fondo es un descubrimiento de la propia identidad sexual y personal. Aunque en esa etapa se forjen relaciones importantes, todavía no podemos hablar de un amor maduro.

Cuando se llega a la madurez, el sí a otra persona ayuda a descubrir el verdadero rostro del amor. Ya no se trata de una relación basada solo en la química, en las emociones y los sentimientos; no es una relación pasajera, ni motivada por intereses económicos; no es un intercambio, un trueque. El amor de verdad exige darlo todo, y esto da miedo.

Es entonces cuando asusta dejar a un lado el “yo” para volcarse en el otro; es entonces cuando se tiene que aprender con realismo que el amor auténtico no excluye los defectos ni los límites, y que esto forma parte de la realidad humana. Es entonces cuando la convivencia corre el peligro de volverse aburrida, uno se instala en el tedio y sobrelleva como puede su vida conyugal. O puede ser que inicie una doble vida, viviendo relaciones paralelas, o que se lance a una huida sin meta, dando vueltas sobre sí mismo sin llegar a ningún sitio. En algún caso la convivencia se hace tan dura que se puede llegar a situaciones de violencia incontrolada que, finalmente, rompen la relación y el compromiso. Cuando desaparece el deseo de hacer feliz al otro empieza el camino del sinsentido.

Un acto de libertad

Y me pregunto: cuando una pareja decidió amarse, ¿sabía realmente a lo que se exponía? ¿Se lo planteó como algo para siempre? ¿Fueron educados ambos en la libertad del amor? ¿Fueron al matrimonio asumiendo las consecuencias de un acto libre? ¿Sabían que iniciaban una hermosa aventura? Las modas, el cine, la publicidad y ciertas ideologías han manipulado la imagen del matrimonio, distorsionando su sentido más genuino. Lo cierto es que sin corazón, inteligencia, libertad y responsabilidad no se puede iniciar una experiencia humana de este calibre. El matrimonio culmina un paso definitivo hacia toda una vida juntos. Y para esto hace falta más que ganas de cubrir una necesidad emocional, afectiva y sexual. Se requiere más que una sintonía, gustos parecidos o inquietudes similares, más que un acoplamiento de carácter y afinidades. El amor necesita coraje, entusiasmo, fuerza, pasión y libertad. Atrevimiento para surcar zonas desconocidas de nuestro ser y lanzarse sin temor al encuentro del tú, hasta llegar a explorar los repliegues de su corazón con una actitud de continua sorpresa y asombro. Lejos de tener miedo al amor hemos de aprender a descubrir su verdadero rostro.

El otro se convierte en cauce de felicidad cuando descubrimos que, entregándonos de verdad estamos culminando un deseo innato, que brota de lo más profundo de nuestro ser. Quizás tenemos miedo a perder nuestra identidad, nuestro “yo”, nuestra libertad… Al contrario, amar no quita nada de nuestra esencia, sino que nos potencia y nos construye como personas.

Cuando el ser humano, iluminado por la luz del amor, está por encima de las dependencias, descubre paisajes desconocidos hasta llegar a la cima de la plenitud amorosa: convertirse el uno en el otro, llegar a una fusión tal que solo queda espacio para Dios entre ambos. Y esto hace que el amor sea invencible y traspase todos los límites. El amor eterno se inicia aquí, en la tierra, y trasciende para continuar en la eternidad. Amar así es hacer un cielo en la tierra.

No temamos, desde la cúspide de nuestra existencia, a lanzarnos al mayor de los retos: penetrar en el misterio más profundo del otro ser. En él encontraremos nuestra auténtica identidad, nuestro yo. Solo así podremos decir que ya no es que solo ame como un acto, sino que me convierto en amor puro, lo más cercano a Dios.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Los seres humanos se aman desde el principio, sin saberlo … cuando están como quien dice en…parvulario.
      Los seres humanos son energía, pura química, y esa química es dinamita cuando despierta hace …..Mucho.
      Ya en la adolescencia la química empieza a surgir de una manera desbordante, enloquecida por la fuerza hormonal que no tenía antes . No saben lo que les pasa, de repente es como si descubrieran que alguien externo existe para quererlo tener cerca. Me Ama. Un Ser Me Ama.
      Es como descubrir las Americas.
      Es una edad delicada del reconocimiento hacia uno mismo, quien haya recibido mucho amor de sus padres en su infancia, podrá sentir el amor de una manera bien distinta al que no ha recibido tanto y podrá comprometerse al Amor Honrándolo. Eso es como lo máximo.
      Pero al ser humano que no ha recibido tanto, que por lo que sea su madre no lo ha amamantado o no lo ha querido, pues se ha presentado en un momento delicado, a esa persona le queda un vacio tan grande en su interior, que es adicto al pecho= amor. Y si no recibe este amor es adicto a todo…y todo es todo, drogas, cigarro, alcohol, mujeres, mala vida, y porque quiere tanto de ese amor no recibido… puede convierte en ladrón…no puede evitarlo, no recibió, y encima de no recibir es condenado….a lo cual aun es mucho mas dolorosos TODO.
      Y ciegamente buscara rellenar el vacío con lo que sea. Es muy triste pero es así.
      Amor por necesidad, y puede que encuentre otra alma necesitada, que ambos se acoplan de química la fuerza imantada de la misma energía teñida.
      Entonces caen en la convicción de que aman, y claro que aman, ellos son el AMOR, vinieron con ese acto de Amor, y confundidos aman y por amor fallan en como amar.
      Y cuando el fuego languidece y en su compromiso se dan cuenta, que lo único que eran….unos necesitados mendigaban ese cacho de pan de la vida. Mendigos de Amor.
      Se convierten en fieras o callan y en esa bajada van muriendo lentamente por no aceptar tal derrota de ver que su vida está rota y paso el tiempo y no hay remedio, pues mejor separarse que morirse en ello, y hagan lo que hagan están igualmente condenados.
      Es duro todo lo que repercute con las creencias del amor, hoy precisamente vi un video de Africa de unos padres convencidos de la mutilación genital de sus hijas y lo defendían a muerte como una cosa suya de muchos años atrás de sus antepasados y lo describían con orgullo que era como lo más sagrado y por lo tanto convencidos de que hacían lo correcto con esas mutilaciones de sus hijas, para mi es algo que no me entra en la cabeza, porque además no es cierto que eso sea lo correcto.
      Y eso mendigamos en cada paso. muchos de nosotros, somos adictos a tal fallo…¿quién nos dejo en eso hoyo?, ¿quién y porque nos abandono?.

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  2. Los compromisos y los matrimonios deberían de tener una edad determinada…creo .

    No sé cuando es el momento, pero sí que se que el momento oportuno de ser padres, es a partir de los 50 años…antes es como un suicidio en masa. Aunque físicamente no es lo apropiado por eso de las hormonas que ya andan medio envejecidas y sobre todo en las mujeres.
    A los 50 años uno es cuando puede ser un padre y una madre completos, pues ya han llegado a un punto de conocimiento en sí mismos que no hay fallo.
    Ya que antes de esa edad la vida se les hace bastante dura y difícil, lo digo por mis padres, pues se que lo pasaron mal económicamente y tuvieron que comprometerse a cuidar de sus padres también al mismo tiempo y con hijos y poco dinero, mucho trabajo y no daban abasto para tanto, y allí nací yo, mi padre solo lo veía de noche, mi madre me dejaba el desayuno en la mesa que consistía en un vaso de leche de cabra y un poco de pan, y eso a la edad de dos años…a esa edad yo me levantaba sola y comía sola y recogía la mesa sola y llevaba el vaso a la cocina y luego ya ni recuerdo que hacía, ya que mis padres estaban en la lucha de la búsqueda del dinero pues hacía falta. Siempre he tenido la mala sensación de que mis padres no me amaron. Digo mala sensación porque sé que no fue así, mas ahora que tengo 50 pasados lo vivo de otra manera, pero el dolor hizo mucho mella.

    Sigo con lo que o quien programo eso de la reproducción.
    y la unión.
    Y la química que empieza de tan jóvenes.
    ¿Cómo puede mantenerse esto bien sin fallo?...es bastante difícil.
    Gracias a Dios hay personas que por sus maneras, su educación, sus modales y su interior que sienten un gran respeto hacia el amor, se encuentra lleno y por lo tanto es afectivo, detallista, un gran amoroso Incondicional, y estos deberían de rebosar.
    El Amor es una palabra que es la MAXIMA.
    Cuando decimos Amor, Yo amo, yo quiero a esa persona, quiero comprometerme con ese ser.
    Quiero Amar.
    Lo bonito de Nuestra Gran Inocencia es que cuando Realmente Amamos de Verdad, ya nos Comprometemos Hasta La Eternidad..Y digo inocencia pues eso puede durar solo unos meses, aunque en esencia lo sentimos como algo infinitamente eterno. ¿Por qué de eso? No lo se.
    Aunque sabemos por alguna razón sabemos, sea en lo más intimo de nosotros, que si nos entregamos desaparecemos, y esto tiene recuerdo de mucho dolor y de miedo.
    Aunque si es verdad que hace falta ahora más que nunca que los seres desde jóvenes se les abrace con los TODOS LOS BUENOS… buenas formas, de amar, de sentir, de pensar, de vivir, de respetar de atender, de recibir, de dar.
    Y hacen falta buenos ejemplos.
    Y siempre Joaquin tu eres un ser con tanta Fortaleza y Fuerza interna que haces de tus actos cada día los mejores ejemplos, a veces dolorido pues no dejas de ser hombre aunque seas padre, y he conocido como todos hemos conocido y te digo que como tu hay pocos, eres de esos pocos que tienen la alegría de ver la alegría y tienes la pena de ver la pena y ante todo sabes sobresalirte con todo tu Amor para dar apoyo a todo necesitado que abrazas cada día en tu parroquia y te digo gracias a Dios por tu trabajo que no es fácil y dios te proteja como nos proteja a todos para ser hermanos de corazón con todo el amor del mundo, y abrazarnos como niños inocentes sin maldad y con todo nuestro cariño, gracias por hacer que las cosas sean así como las sientes y que tu respeto sea nuestro respeto.
    Amen por bendecirnos siempre sabiendo cómo somos y darnos tu mano a veces fría por tu cansancio o porque estas destemplado, por todo lo que atiendes, pero cálida en corazón.
    Muchas Gracias.
    Un saludoi

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