Tocar
tan de cerca la realidad humana añade valor y riqueza a la vida. Conocer en
profundidad al hombre, sus inquietudes y esperanzas, abre el horizonte. Pero este aprendizaje también produce cierto dolor.
Sentir el vacío existencial de tantas personas me acerca a su vulnerabilidad y
me empuja a ahondar en ella.
Críticas para tapar el vacío
Una forma de afrontar este vacío
tan hondo es generar crítica. Aceptar la realidad produce tanto vértigo que
mucha gente necesita ahogar este sentimiento llenándose de las vidas ajenas.
Quieren enterarse de todo, se meten en los asuntos de los demás, critican y
esparecen rumores: se convierten en profesionales del «correveidile», llegando
a distorsionar totalmente la vida de las personas criticadas, con la intención
de manchar su dignidad.
Pero lo más asombroso es que
alrededor de estas personas se crean verdaderos círculos de opinión. Lejísimos
de la verdad, captan con actitudes sutiles a numerosos adeptos que se suman a
ellas y contribuyen a esparcir las oscuras mentiras que difunden.
La
finalidad de estos grupos, ya se reúnan en plazas y bares, ya se comuniquen por
llamadas en cadena o por Internet, no es cultivar la amistad ni fortalecer los
vínculos. A sus promotores no les interesan unas relaciones interpersonales
profundas y sinceras, sino atraer a más gente que alimente su necesidad de
criticar y ganar protagonismo. Muchas veces
se valen de personas desencantadas de la vida, o que viven sometidas a
situaciones de soledad o angustia; personas que quizás sólo viven para sí
mismas, acumulando tanta rabia y envidia que no controlan su empeño enfermizo
de agredir a los demás.
Una patología social
Estremece
ver y sentir la maldad que puede anidar en el corazón de ciertas personas.
Cuántos sufren, por su causa, y ven su dignidad injustamente atacada.
La
crítica como paliativo del vacío existencial podría considerarse una patología
social con consecuencias nefastas, tanto para el que critica como para el que
es criticado. Es una enfermedad letal y contagiosa que va minando sus vidas y
puede tener enormes repercusiones a nivel social. Ciertos programas de
televisión se basan justamente en esto: de manera injuriosa van ensuciando la
imagen y la fama de las personas que caen víctimas de los criticones de turno
sobre el plató. En nuestro día a día asistimos a escenarios similares:
criticamos al vecino que no nos gusta, al familiar que no aceptamos o al
compañero de trabajo que nos cae mal. Y a menudo jugamos con doble cara,
sonriendo por delante y preparando la taladradora por detrás.
Muchas
personas pasan la vida utilizando sus lenguas para guillotinar y despedazar al
otro, sin ningún tipo de remordimiento. Lo más grave es que estos asesinos
psicológicos, que no llegan a matar físicamente, moralmente lo intentan,
queriendo destrozar la vida de los demás.
Posibles causas
¿Qué hay
detrás de esta psicopatía social? Un terrible sentimiento de vacío y una
necesidad constante de venganza. ¿Contra quién? Alguien tiene que ser culpable
y pagar por todo lo malo que les sucede.
¿Cuál es
el origen de esta actitud? Quizás una experiencia infantil mal vivida, falta de
afecto, un rechazo por ser como son, o un fracaso que no han resuelto. Quizás
una falta de referentes o valores morales, una educación insuficiente o con
modelos patológicos ya en su familia. Puede haber un desdibujamiento de la
autoridad de los padres, una exigencia poco controlada, con excesivo rigor y
manipulación de los hijos, o al revés, una educación demasiado laxa por falta
de tiempo de los padres para educar a sus hijos. También puede deberse a un
temperamento conflictivo, o a una falta de empatía con la gente, al poco
diálogo interpersonal y una incapacidad de adaptarse socialmente. Lo cierto es
que, aunque no lo parezca, una persona tan vulnerable puede llegar a contener
mucho odio dentro de sí. Ha aprendido a sobrevivir y a rodearse de un núcleo de
gente similar, con experiencias parecidas de frustración y resentimiento
acumulado.
El odio
encerrado se convierte en un gas letal que la persona va liberando en función
de su rabia y de los contratiempos que sufra. No lo puede contener. Y al mismo
tiempo este envenenamiento se convierte en adicción permanente: la persona
adicta siempre buscará un objetivo, alguien que no le caiga bien, para poder
liberar su cólera.
La educación, antídoto
¿Cuál
puede ser el antídoto para esta patología? Ni siquiera los psicólogos tienen
una terapia eficaz, porque una vida vacía de sentido sólo se puede arreglar
aceptando que uno es así, fruto de unas circunstancias que pueden ser muy
duras.
Una
educación correcta puede dar las herramientas adecuadas para que la persona
aprenda a afrontar no sólo lo que pasa en el mundo, sino lo que sucede en su
alma. El abordaje debe hacerse no sólo desde la psicología, sino desde la
pedagogía, la filosofía y la moral. Todas estas disciplinas deben ayudar a que
la persona abrace su realidad existencial, aceptándola y asumiéndola. A partir
de aquí, con humildad y con ayuda de alguien, será preciso tomar medidas y
acciones prácticas en la vida cotidiana para revertir la actitud destructiva e
ir incorporando valores en el día a día.
Maestros,
psicólogos, filósofos y teólogos tienen ante sí una gran tarea: elaborar líneas
maestras de educación que ayuden a la persona a sacar afuera sus talentos y
todo lo que es, facilitando un buen desarrollo de su potencialidad y ayudándola
a crecer y a florecer para que sepa dar lo mejor de sí misma.
De esta
manera podrá disfrutar de una vida plena sin necesidad de vivir a expensas de
la vida de los demás. Sólo así será feliz y hará que la vida de los demás
también sea más feliz.
Pienso que también se puede paliar este hábito de crítica mordaz con buenss lecturas comentadas en grupo. Otra estrategua podria ser utilizar la técnica del caso para enfocar correctamente el espiritu crítico
ResponderEliminarPienso que también se puede paliar este hábito de crítica mordaz con buenss lecturas comentadas en grupo. Otra estrategua podria ser utilizar la técnica del caso para enfocar correctamente el espiritu crítico
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