domingo, 14 de mayo de 2017

Vidas vacías

Tocar tan de cerca la realidad humana añade valor y riqueza a la vida. Conocer en profundidad al hombre, sus inquietudes y esperanzas, abre el horizonte. Pero este aprendizaje también produce cierto dolor. Sentir el vacío existencial de tantas personas me acerca a su vulnerabilidad y me empuja a ahondar en ella.

Críticas para tapar el vacío


Una forma de afrontar este vacío tan hondo es generar crítica. Aceptar la realidad produce tanto vértigo que mucha gente necesita ahogar este sentimiento llenándose de las vidas ajenas. Quieren enterarse de todo, se meten en los asuntos de los demás, critican y esparecen rumores: se convierten en profesionales del «correveidile», llegando a distorsionar totalmente la vida de las personas criticadas, con la intención de manchar su dignidad.

Pero lo más asombroso es que alrededor de estas personas se crean verdaderos círculos de opinión. Lejísimos de la verdad, captan con actitudes sutiles a numerosos adeptos que se suman a ellas y contribuyen a esparcir las oscuras mentiras que difunden.

La finalidad de estos grupos, ya se reúnan en plazas y bares, ya se comuniquen por llamadas en cadena o por Internet, no es cultivar la amistad ni fortalecer los vínculos. A sus promotores no les interesan unas relaciones interpersonales profundas y sinceras, sino atraer a más gente que alimente su necesidad de criticar y ganar protagonismo. Muchas veces  se valen de personas desencantadas de la vida, o que viven sometidas a situaciones de soledad o angustia; personas que quizás sólo viven para sí mismas, acumulando tanta rabia y envidia que no controlan su empeño enfermizo de agredir a los demás.

Una patología social


Estremece ver y sentir la maldad que puede anidar en el corazón de ciertas personas. Cuántos sufren, por su causa, y ven su dignidad injustamente atacada.

La crítica como paliativo del vacío existencial podría considerarse una patología social con consecuencias nefastas, tanto para el que critica como para el que es criticado. Es una enfermedad letal y contagiosa que va minando sus vidas y puede tener enormes repercusiones a nivel social. Ciertos programas de televisión se basan justamente en esto: de manera injuriosa van ensuciando la imagen y la fama de las personas que caen víctimas de los criticones de turno sobre el plató. En nuestro día a día asistimos a escenarios similares: criticamos al vecino que no nos gusta, al familiar que no aceptamos o al compañero de trabajo que nos cae mal. Y a menudo jugamos con doble cara, sonriendo por delante y preparando la taladradora por detrás.

Muchas personas pasan la vida utilizando sus lenguas para guillotinar y despedazar al otro, sin ningún tipo de remordimiento. Lo más grave es que estos asesinos psicológicos, que no llegan a matar físicamente, moralmente lo intentan, queriendo destrozar la vida de los demás.

Posibles causas


¿Qué hay detrás de esta psicopatía social? Un terrible sentimiento de vacío y una necesidad constante de venganza. ¿Contra quién? Alguien tiene que ser culpable y pagar por todo lo malo que les sucede.

¿Cuál es el origen de esta actitud? Quizás una experiencia infantil mal vivida, falta de afecto, un rechazo por ser como son, o un fracaso que no han resuelto. Quizás una falta de referentes o valores morales, una educación insuficiente o con modelos patológicos ya en su familia. Puede haber un desdibujamiento de la autoridad de los padres, una exigencia poco controlada, con excesivo rigor y manipulación de los hijos, o al revés, una educación demasiado laxa por falta de tiempo de los padres para educar a sus hijos. También puede deberse a un temperamento conflictivo, o a una falta de empatía con la gente, al poco diálogo interpersonal y una incapacidad de adaptarse socialmente. Lo cierto es que, aunque no lo parezca, una persona tan vulnerable puede llegar a contener mucho odio dentro de sí. Ha aprendido a sobrevivir y a rodearse de un núcleo de gente similar, con experiencias parecidas de frustración y resentimiento acumulado.

El odio encerrado se convierte en un gas letal que la persona va liberando en función de su rabia y de los contratiempos que sufra. No lo puede contener. Y al mismo tiempo este envenenamiento se convierte en adicción permanente: la persona adicta siempre buscará un objetivo, alguien que no le caiga bien, para poder liberar su cólera.

La educación, antídoto


¿Cuál puede ser el antídoto para esta patología? Ni siquiera los psicólogos tienen una terapia eficaz, porque una vida vacía de sentido sólo se puede arreglar aceptando que uno es así, fruto de unas circunstancias que pueden ser muy duras.

Una educación correcta puede dar las herramientas adecuadas para que la persona aprenda a afrontar no sólo lo que pasa en el mundo, sino lo que sucede en su alma. El abordaje debe hacerse no sólo desde la psicología, sino desde la pedagogía, la filosofía y la moral. Todas estas disciplinas deben ayudar a que la persona abrace su realidad existencial, aceptándola y asumiéndola. A partir de aquí, con humildad y con ayuda de alguien, será preciso tomar medidas y acciones prácticas en la vida cotidiana para revertir la actitud destructiva e ir incorporando valores en el día a día.

Maestros, psicólogos, filósofos y teólogos tienen ante sí una gran tarea: elaborar líneas maestras de educación que ayuden a la persona a sacar afuera sus talentos y todo lo que es, facilitando un buen desarrollo de su potencialidad y ayudándola a crecer y a florecer para que sepa dar lo mejor de sí misma.

De esta manera podrá disfrutar de una vida plena sin necesidad de vivir a expensas de la vida de los demás. Sólo así será feliz y hará que la vida de los demás también sea más feliz.

2 comentarios:

  1. Pienso que también se puede paliar este hábito de crítica mordaz con buenss lecturas comentadas en grupo. Otra estrategua podria ser utilizar la técnica del caso para enfocar correctamente el espiritu crítico

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  2. Pienso que también se puede paliar este hábito de crítica mordaz con buenss lecturas comentadas en grupo. Otra estrategua podria ser utilizar la técnica del caso para enfocar correctamente el espiritu crítico

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