Rosa, hoy celebramos 90 años de vida intensa y apasionada.
Noventa años vividos con una fuerza poco común, con la energía de quien sabe
amar la vida y quiere seguir caminando hacia su plenitud. Paso a paso, con su
carrito, su corazón sigue volando, deseando saborear cada instante, sorbo a
sorbo. ¡Cuánta energía encierra esta pequeña gran mujer, cuánta profundidad en
su alma!
Ha trabajado sin descanso, tejiendo lazos sólidos con su
familia, amigos, vecinos y compañeras de trabajo. Se ha entregado
generosamente, regalando su tiempo y dedicación a quienes la rodean.
Su vocación sanitaria es reflejo de un corazón entregado al
servicio y al amor. Como enfermera, ha dado lo mejor de sí, colocando su
trabajo en el centro de su vida —y así sigue, con esa vitalidad que parece
desafiar el tiempo.
No importa la edad ni la estatura, sino la capacidad inmensa
que tiene para llegar al corazón de tantos. Sencillez, alegría, entrega y
generosidad definen a Rosa en toda su dimensión humana.
Desde niña, sus padres la guiaron con cariño, llevándola a
la iglesia del pueblo, donde ella misma fue catequista. Su vida ha estado
siempre cerca de un entorno espiritual que le ha dado sostén y esperanza. Su
vínculo con las Siervas de la Pasión, en especial con Sor Milagros, y su
amistad con los sacerdotes espiritanos, son testimonio de esa fe profunda.
Pero Rosa es, ante todo, una mujer libre, independiente, con
un deseo constante de crecer y la esperanza de la felicidad. Ha vivido el dulce
jugo de la vida y también sus momentos de sufrimiento, pero siempre con
valentía y serenidad.
Su madre fue un faro en su camino, y Rosa la cuidó con
ternura durante siete años de enfermedad, acompañándola hasta el final, con
amor y paz en el hogar familiar.
Otra persona que la acompañó fue su amiga íntima, Ana Jiménez,
a quien hemos despedido hace pocos meses.
Hoy, Rosa sigue adelante. Noventa años llenos de
experiencias que laten en su corazón. Alcanzar este hito solo es posible cuando
se vive guiada por valores firmes, con propósito y sentido. Ella ha cultivado
esos valores y se ha ido puliendo, como un diamante, desde su adolescencia
hasta esta plenitud.
Ha sabido priorizar lo esencial y conserva, aún hoy, esa
sonrisa luminosa que es su sello.
Haciendo honor a su nombre, Rosa ha esparcido a su paso la
fragancia de la amistad, ese perfume sutil que da vida y vibración a su entorno.
Hoy, familia, amigos, vecinos y la comunidad de San Félix nos
unimos para celebrar contigo este día tan especial. ¡Qué hermosa capacidad de
convocatoria! Esta jornada será inolvidable para ti y para todos los que te
queremos.
Rosa, te deseamos que sigas avanzando en tu camino, pasito a
pasito, con la firmeza y alegría que te caracterizan, hacia una nueva década de
plenitud que te acerque aún más a Dios.
Da gracias a Dios por todo lo vivido, por la huella que has
dejado y porque hoy no te arrastras hacia donde no quieres, sino que caminas
con la fuerza de tu voluntad hacia donde tú deseas. Has visto cumplidos muchos
de tus sueños y sabes que la vida aún vale la pena, rodeada de amigos y guiada
por el gran tesoro de tu vida: Dios, el creador amoroso que te regaló el don de
la existencia, llenándola de sentido y esperanza.
¡Felicidades, Rosa! Que estos 90 años sean solo el comienzo de una nueva aventura llena de luz y bendiciones.
Desde Vigo , MUCHAS FELICIDADES!!!! 🌹🌹🌹🙏🙏
ResponderEliminarQue está nueva década sigas con el mismo ej. y empatía para con todos.
Aunque no te conozco , el retrato que ha descrito de ti P. Joaquín , es más q suficiente para dar gracias. Dios , por existir personas como tú . Un beso y abrazo muy cariñoso
Una vida ejemplar a seguir sus huellas, felicidades
ResponderEliminarBellas palabras, para una persona hermosa de corazón. Sin saberlo, Rosita nos enseña un poco de aquello que yo imagino que debe ser el cielo, un lugar en paz y lleno de amor.
ResponderEliminarQue bello, es un ejemplo que arrastra.
ResponderEliminarGracias