domingo, 6 de septiembre de 2020

¿De ilusión también se vive?


Vivir inmerso en la realidad a veces se hace difícil y pesado. La realidad nos acerca a las cosas tal y como son, no tanto como nosotros quisiéramos. A veces huimos de ella porque nos viene grande y nos supone asumir las consecuencias de estar despiertos y abiertos. Nos cuesta mirar cara a cara la realidad: qué es el mundo y quiénes somos, y preferimos vivir en una burbuja que nos aleja del sufrimiento de la vida.

Aceptar lo que somos y vivimos a veces se hace cuesta arriba. Preferimos pasar de lado ante lo que acontece y, cuando las cosas se vuelven insoportables, no queremos enfrentarnos a ellas, porque esto significa aceptar que no siempre conseguimos lo que queremos. Esa dificultad de culminar nuestros deseos nos hace sufrir y preferimos vivir en una mentira que nos anestesie que en una verdad cruda y real. Entonces buscamos mecanismos para torear la situación.

Es verdad que la realidad nos puede producir incomodidad, sobre todo si vivimos situaciones precarias, tanto económica como social y emocionalmente. Necesitamos analgésicos psicológicos para poder sobrellevar momentos límite. Y tiramos de nuestros recursos mentales para sacar nuestra cabeza de esa inquietante y mala experiencia. Es entonces cuando jugamos a cambiar la realidad, confundiendo la esperanza con la ilusión. Sacamos a relucir esas frases tan populares, «de ilusión también se vive», o «la esperanza nunca muere». Las utilizamos como mecanismos de supervivencia y esto nos ayuda a sobrevivir en condiciones asfixiantes, donde el oxígeno de la realidad nos angustia. Creamos un autoengaño: la mentira se utiliza para alargar situaciones de espera sin sentido, porque la verdad nos supone un choque tan contundente que preferimos evitarlo. «Todo irá bien.» «Las cosas saldrán.» «Mi deseo se hará realidad.»

Vivir en una dulce mentira

Así es como nos acabamos creyendo nuestra propia narrativa, el pensamiento mágico que nos convence de que un día todo acabará bien, tal como queremos. Incluso, ingenuamente, decimos que hay que tener esperanza, en un intento de sobreponernos. Pero cuanto más tiempo pasa, más se alarga la situación y acabamos resignándonos, sin preocuparnos por cambiar las cosas. Esperamos que un día todos nuestros problemas se resolverán, con tan sólo desearlo.

La vida no es un circo, ni un montaje mental. La vida fluye tal y como es, y todo cuanto hacemos tiene consecuencias, algunas muy duras. No es que no se puedan resolver, pero lo que está claro es que la solución no será mentirse o dejar que otros nos mientan.

Si no hacemos algo nuevo, ¿cómo vamos a salir del atasco?

A veces es muy doloroso enfrentarse con una realidad agresiva y hostil. Pero es mejor tener la valentía de afrontarla cara a cara.

Los manipuladores

La realidad tiene que ver con la verdad, la honradez y la transparencia. La ética ha de marcar todas las relaciones humanas; todo lo que se aleje de esto es mentira, autoengaño y abuso de los demás. Huir de lo que es justo y honrado no es la solución. Mucha gente prefiere vivir creyendo que todo saldrá bien algún día, y se mete en su burbuja virtual, a merced de la manipulación psicológica de quienes alimentan su ilusión mientras siguen agrediéndoles, mintiéndoles o estafándoles.

Estas personas manipuladoras saben muy bien qué hacer. Con su juego de falsas promesas y engaños impiden que la víctima despierte de su letargo y reducen su capacidad de reacción y reflexión. La incapacitan para salir a luchar con todas sus fuerzas por su vida y sus metas.

Salir de la trampa

Necesitará tiempo y firmeza para salir de ese globo envolvente, rompiendo el círculo de mentiras y pretextos, saliendo de ese baile donde el ritmo lo marca otro. Con actitud resolutiva, se vuelve a marcar su meta y regresa a la realidad. De la ilusión pasa al realismo, de la magia a lo tangible, de una falsa esperanza a la autenticidad; del miedo a la valentía, de la opacidad a la transparencia. Sale de la mentira para abrazar la verdad, deja atrás la injusticia para buscar la justicia.

La verdad a veces puede ser muy dura y necesitamos tenacidad para afrontarla. Pero tiene más sentido lo real que lo irreal, lo que ves que lo que supones. Todo esto implica un gran esfuerzo, porque las ilusiones son adictivas: te hacen creer que, mientras lo quieras y lo sueñes, lo alcanzarás algún día. Es como la imagen de la zanahoria y el burro: corres sin alcanzar nunca tu objetivo. Vives en un permanente engaño y para salir se necesita coraje.

La única solución para resolver estas situaciones es tener el valor de mirar con firmeza la realidad tal como es y empezar a deshilar la textura de tantos engaños sutiles que te mantenían atrapado. Si eres capaz de hacerlo, el montaje caerá y te liberarás de esa dulce pastilla que te ha mantenido arrodillado. Será entonces cuando podrás salir y te darás cuenta de que vivías en un mundo irreal y virtual.

Tu vida verá un nuevo amanecer y serás una persona enraizada en ti misma y en la verdad.

2 comentarios:

  1. ¡Cuán cierto! Nos gustan más las dulces mentiras que las crudas realidades. Y no hay peor trampa que el autoengaño. Para salir de esto, también ayuda dejarse ayudar por otras personas amigas, y escucharlas cuando nos dicen lo que, quizás, no queremos oír.

    ResponderEliminar
  2. ¡Vivir en una burbuja! craso error que debemos combatir con valor, como bien dices. No debemos hacer como dicen de las avestruces, enterrarnos en la desinformación o información excesiva como forma de disfraz de la realidad. La fe y la esperanza son importantes como privilegio divino, pero no suficientes. Dios nos ha dado el libre albedrío para discernir el bien del mal, aunque a menudo, por pereza ¿quizá?, no lo utilizamos, como nos servimos más de la palabra que se lleva el viento que de los escritos -como los tuyos- que se pueden releer para seguir aprendiendo con esperanza.

    ResponderEliminar