domingo, 27 de febrero de 2022

Atrapados en la inseguridad

Cada vez más estoy constatando que ya no sólo muchos jóvenes ven y sienten que su futuro es incierto. También son los adultos quienes, en medio de un entorno social complejo, a veces padeciendo fracturas familiares y una baja autoestima, caen en el desaliento y se vuelven incapaces de tomar decisiones.

Muchos han recibido una educación muy severa que quizás no potenció su talento y capacidades. Han crecido con falta de referentes y modelos. La situación económica y laboral precaria dificulta su proyección social y la inseguridad, sumada a veces a la falta de valores, los hace sobrevivir como pueden, sin un proyecto vital. Estando ya en una etapa de madurez, todavía tienen muchas dudas sobre su futuro profesional, y el contexto social y cultural, con tantas alternativas y cambios, no les ayuda a tener clarividencia a la hora de decidir. La crisis que se da en todos los campos: político, económico, familiar y de valores es otro factor decisivo.

Pero me pregunto: ¿qué pasa con esas personas que ya no tienen veinte o treinta años, sino que pasan de 40 o de 50? Es una edad en la que se supone que deberían tener claro hacia dónde ir, orientando su vida profesional. ¿Qué pasa con esta franja de edad, que algunos todavía no son capaces de tomar una decisión definitiva? O van de un trabajo a otro, precario y que no les satisface, simplemente para ir tirando. Me preocupa cada vez más, porque este perfil de adultos está aumentando en los últimos años. Conozco a varias personas así. Son valiosas, inteligentes, serviciales, con una gran bondad. Pero, profesionalmente, están estancadas, atrapadas en su laberinto, que las incapacita para dar el salto de su vida.

Del análisis a la parálisis, suele decirse. Es un concepto muy utilizado en psicología empresarial. Muchas de estas personas, preparadas y competentes, pueden asumir retos para lanzarse y desplegarse, dando lo mejor de sí mismas. ¿Qué origina esta parálisis, que las empequeñece tanto? ¿Qué hay detrás de esta gente valiosísima que está noqueada para tirar adelante? ¿A qué tienen miedo? ¿Qué les impide caminar hacia un futuro más atractivo y apasionante? ¿Dónde está el problema?

Lo lamentable es que ellas son conscientes de que, cuanto más retrasen su decisión, el bucle en el que están atrapadas se hace más grande, y es entonces cuando aumenta la sensación de estar perdidas, desubicadas, sin saber por dónde tirar. Así se van autolimitando y entran en una espiral de creencias negativas, donde el futuro es cada vez más oscuro. Lo más trágico es que el tiempo pasa a velocidad de vértigo y no acaban de salir de su agujero negro. De una crisis existencial pasan a un estado de depresión que todavía las aleja más del esfuerzo necesario para salir. Así van encerrándose cada vez más en sí mismas. Se sienten fracasadas, sin trabajo, sin estabilidad, desconectadas. Suelen ser personas reservadas, que hablan poco o nada de lo que les ocurre. Lentamente, van perdiendo la capacidad de comunicarse, se aíslan y no buscan ayuda. Si la encuentran, les cuesta mucho escuchar, abrirse y dar un paso adelante. Así entran en un estado de supervivencia psicológica. Rendidas, quedan atrapadas en su inseguridad.

Estas personas adultas, cuando fueron jóvenes quizás no supieron atreverse a luchar contra una situación social o familiar que las dejó heridas. Quizás no recibieron suficiente ayuda para estimular sus capacidades y sueños. No estaban preparadas emocionalmente para combatir en un mundo donde la carrera siempre la ganan los más fuertes, los más preparados o los que logran subir alto.

Pero este es nuestro mundo. Vivir con realismo ayuda a enfrentarse a situaciones difíciles. El mundo es complejo y convulso, y hay que aprender que ciertas guerras no se deben luchar, pero otras sí. La voracidad económica es la brújula que guía a muchos, la realidad es esta. Pero también hay muchos cuyo objetivo no se centra en la ganancia, sino en el valor de la persona. Se han proyectado y han sido capaces de superar el binomio economía-bienestar y valores, y han salido adelante. En esta guerra, donde se parte de situaciones desiguales, muchos han ganado el combate.

¿Cómo salir del hoyo?

Enfrentar la vida con realismo es el primer paso para autoempoderarte. Acepta las cosas como son, aunque no te gusten.

Ten la certeza y la convicción de que tú eres soberano de tu propio cosmos interior. En tu mundo interior, tú llevas las riendas.

Reconoce tu propia valía: mereces un lugar en este mundo y tienes todo el derecho a luchar por él.

Pero también necesitas ayuda. Nadie llega lejos solo. Pide ayuda. Busca consejo y apoyo. Y escucha lo que te digan, aunque en algún momento pueda incomodarte y sacarte de tus esquemas. Un buen amigo que te aprecia te será muy sincero, no te engañará ni te embalsamará, sino que te ayudará a crecer, aunque te duela.

Muchas personas tienen claro qué deben hacer, pero no lo hacen. No pasar a la acción muchas veces es la diferencia entre un triunfador y un fracasado. No tiene que ver con tu valía ni tus conocimientos: se trata de tener coraje e intentarlo. Si no sale, prueba otra vez, de otra manera, y estudia por qué no salió bien. Cada fracaso es una lección.

Ponte a caminar. A veces las cosas son menos complicadas de lo que te parece. Ves una montaña inaccesible y, cuando empiezas a caminar, poco a poco, sin parar, vas subiendo. Cuando te quieras dar cuenta, ya estarás arriba.

Nuestra naturaleza está concebida para la victoria. No importa la edad ni la formación ni los condicionantes sociales y familiares. Importa que tú creas en ti y lo hagas.

Si te reafirmas en las capacidades que tienes y las pones al servicio de los demás, encontrarás tu gran proyecto vital. Darás un salto cuántico en la dirección correcta, desplegando todos tus talentos, que has recibido como don. Sólo así encontrarás sentido a tu existencia y se te abrirán las puertas de enormes oportunidades.