domingo, 28 de enero de 2024

Mi yo convertido en publicidad

A lo largo de mi vida he conocido a personas que han ido perdiendo su identidad en favor de una marca publicitaria empresarial, o en una marca de sí mismos. Hoy, por Internet, se puede acceder a infinidad de masterclass donde se exponen los pasos para crear tu marca personal. También hay empresas (suelen ser negocios de marketing de redes o multinivel), que constantemente adoctrinan a sus asociados, a través de un profundo marketing, para abducirlos hasta asimilar su personalidad con la de la empresa. Estas personas se identifican totalmente con la marca corporativa, disolviéndose su yo en la publicidad. Las compañías utilizan técnicas muy bien elaboradas, con recursos psicológicos y emocionales y mantras de auto empoderamiento, insistiendo en elevar la autoestima de sus afiliados, de modo que les hacen sentirse auténticos campeones de la causa. Repiten una y mil veces el discurso sobre las bondades de la empresa, así como de sus productos. Y los afiliados, noche y día, estén con quien estén, hablan de la maravillosa empresa de la que forman parte. He podido comprobarlo de primera mano: estas personas acaban desapareciendo, convirtiéndose en la imagen publicitaria de la empresa.  Su identidad queda fagocitada, pero están convencidas de que esto es lo mejor para ellas: no hay empresa mejor ni producto mejor. El límite entre ellas y el negocio queda diluido: son una misma realidad.

La verdad, oyéndolas, me quedo preocupado. Cuando recibo mensajes de estas personas, estoy recibiendo publicidad e información de su negocio; pocas veces he recibido una comunicación personal. Ni siquiera te preguntan cómo estás, directamente te lanzan el mensaje corporativo.

Cuando cuestionas su trabajo se inquietan y se ponen muy nerviosas. Están tan enajenadas que hasta se violentan. No saben separar ni reconciliar trabajo, hogar, amistades u otros ámbitos: todo pasa por su empresa. Pero es bueno, para la salud de una persona, separar los ámbitos y equilibrar.

La esclavitud en nombre de la libertad

¿Por qué estas personas no te hablan de sí mismas? ¿Por qué no te hablan de su situación, de cómo se sienten? Quizás sus vidas no sean tan maravillosas y son incapaces de ver que en el mundo hay otras opciones, tan valiosas como la suya. Quedan bloqueadas y no logran avanzar. Se exigen a sí mismas más de lo que pueden dar y se cierran a otras posibilidades y oportunidades.

Estas empresas hablan de libertad financiera. Es el gran argumento para atrapar. Así, reclutan un ejército de gente que trabaja para ellas, motivados, sí, pero la mayoría nunca alcanzan sus metas. ¿Cómo tapar la frustración? A base de eventos, adoctrinamiento y mensajes reiterativos. Las personas atrapadas no tienen tiempo de reflexionar y de ver su cruda realidad. Trabajan muchas horas y obtienen poco dinero. Les han prometido la libertad económica y muy pocos la consiguen. Necesitan tejer nuevas redes de contactos para multiplicar sus ventas, pero no siempre es fácil, porque dependen de muchos factores. La mayoría permanecen en un nivel bajo o intermedio, que apenas les permite sobrevivir.

En las empresas multinivel esto es muy frecuente. Hay enormes diferencias entre los de arriba y los de abajo. Para los que están en la base de la pirámide, el trabajo puede ser doble, con resultados ínfimos.

Encontrar el camino propio

Creo que cada cual ha de conocer sus talentos y capacidades, su formación y, sobre todo, su vocación. Y una vez lo sepa, empoderarse en aquello que sea más acorde con lo que le gusta y con lo que es. Puede ser una profesión, o un emprendimiento que tenga que ver con su personalidad. O puede complementar dos trabajos diferentes: lo que le gusta y lo que le permite subsistir. Sea cual sea, ha de potenciar su identidad y su plenitud humana.

Si el trabajo es importante, no menos lo son la familia y los amigos. Reconciliar estos ámbitos es fundamental para vivir una vida plena. Creo que no hemos de hablar tanto de “libertad financiera” sino de libertad personal. Porque cuando se habla de “finanzas” puede haber un sesgo e incluso una tendencia filosófica que sitúa el valor de la prosperidad por encima de todos. Es verdad que todos tenemos el derecho a prosperar, pero siempre en aquellos ámbitos que se identifiquen con nuestro carácter. Hemos de hacer una sana reflexión sobre nosotros mismos y descubrir exactamente cuál es el propósito de nuestra vida. Esta es la base del crecimiento humano, en lo espiritual y en lo económico.

Sólo así sabremos que lo que estamos haciendo es lo correcto, porque viviremos una vida en armonía con nosotros mismos.