La inmensa mayoría de las personas anhelan, en lo más hondo
de su corazón, un amor pleno y gozoso. Desean experimentar con la persona amada
la certeza de un amor para siempre, viviendo juntos y apasionadamente cada día,
saboreando las delicias de una entrega sin límites y sintiendo que alcanzan una
experiencia auténtica y sublime. Un amor así es un camino de descubrimiento de
los tesoros que albergan las profundidades del corazón y, a la vez, un vuelo
por las inmensidades del alma. Los susurros, las miradas, los abrazos y los
sueños van tejiendo el tapiz de una realidad que va más allá de las palabras.
Pero a veces, y sin saber por qué, en poco tiempo todo queda
volatilizado. De haber tocado el cielo, la persona se precipita hacia el abismo
y cae en una profunda tristeza. El néctar jugoso del amor se disipa. Las olas
del corazón se agitan; las miradas pierden brillo, los abrazos se truncan y el
desaliento se apodera de la persona. La luz de su alma se apaga y un
sentimiento de soledad invade su vida. Se siente perdida, abandonada,
traicionada, abatida. Le falta el aire. Había llegado a cotas muy altas y
hermosas, y ahora todo se derrumba. La traición es un puñal que llaga los
corazones.
¿Por qué se rompe una relación?
Me pregunto cómo puede romperse algo tan sublime. ¿Cómo es
posible que todo desaparezca? ¿Era tan real? ¿Y si las emociones, mal
canalizadas, han llevado a la persona a sentir algo que sólo era fruto de sus
deseos? ¿Hubo algo auténtico? ¿Fue todo un juego de la química cerebral? Esos
sentimientos huracanados, esas emociones desbordadas, ¿pudieron anular la
razón, la objetividad, la reflexión? ¿Supo hacer silencio para valorar si aquello
respondía a la realidad, o no era más que una respuesta a lo que deseaba su
corazón? ¿Y si se hizo una idea errónea del otro, porque tenía miedo a la
soledad, al vacío, a la indiferencia y a la falta de afecto? ¿Y si no fue más
que una película, producida por una serie de factores que se sumaron? ¿Hubo la
suficiente lucidez para situar las cosas en su justa medida?
O tal vez sí, todo empezó como una hermosa realidad, pero
les dio miedo la entrega total y definitiva. O simplemente se dejaron llevar
por los condicionamientos y los comentarios, que generaron inseguridad y
desconfianza. Para las personas demasiado influenciables pesa mucho la opinión
de los demás. O quizás descubrieron demasiado tarde su incapacidad de amar y
darlo todo.
Lo cierto es que muchas veces, un día soleado se convierte
en un terrible temporal que deja diezmada la esperanza y llena de desconsuelo a
la persona. La oscuridad se ha comido la luz.
Dolorosa lección
Como toda experiencia humana, también esta puede ser
digerida y se puede aprender de ella una dolorosa lección. Cuántas personas se
lanzan a una relación que no ha madurado lo suficiente. No han valorado si
realmente era lo que deseaban. Da mucho reparo racionalizar las relaciones y
descubrir si aquella persona es la que te conviene. Un fuerte apego emocional
puede llegar a ser la causa de que todo se precipite. Hay que amar con el
corazón, pero también con la cabeza.
El ser humano lleva una brújula interior que lo orienta
hacia su plena felicidad. Pero puede haber falsas indicaciones que lo lleven
hacia otro lado, hacia un abismo o hacia un falso paraíso, lleno de buenas
sensaciones pero que sólo sean eso. De ahí la necesidad de asegurarse que la
brújula funcione, para no perderse en señales engañosas. Será necesario que
ante ciertas seudo-realidades afinemos bien, y para esto hay que dejar que la
mente y el corazón hablen, sin miedo.
La persona tiene una última intuición, un olfato para saber
leer entre líneas lo que siente, vive y cree. Es un sexto sentido que te ayuda
a descubrir ya no sólo lo que deseas, sino lo que es mejor para ti.
Cuando veas de verdad, después de someter a un profundo
raciocinio lo que realmente anhelas, desecharás sensaciones que respondían a tus
necesidades, pero no a la realidad, y, por el contrario, después de haber
depurado el corazón y la mente, te reafirmarás.
La base es la amistad
Toda relación que se inicia necesita tiempo. Una vez has
renunciado a la posesión, al control y a las maniobras sutiles para someter al
otro, ganarás en paz y serenidad. El amor nunca puede coartar la libertad del
otro, el derecho a su espacio es fundamental.
Tampoco se puede basar el amor solamente en el flechazo
emocional, que puede hacer perder la cabeza. El equilibrio, la armonía y el
respeto mutuo son aspectos muy importantes para que las relaciones maduren.
Pero lo que vertebra de manera sólida el amor es una gran
amistad. Una relación basada en la mera respuesta química es garantía de un
fracaso. Un profundo compañerismo, una amistad y un aprecio sinceros, son los
fundamentos del amor auténtico, que puede llevar a un compromiso definitivo
para iniciar un noviazgo y caminar hacia un futuro matrimonio. Después de
recorrer el itinerario que lleva a culminar ese deseo tan genuino, que es
compartir la vida con alguien a quien quieres de verdad, depuradas y sanadas
las intenciones y las actitudes, estarás preparado para vivir lo que todos
anhelan en lo más hondo de su corazón: la gran aventura del amor.