domingo, 16 de mayo de 2021

Liberar el alma


Tener la oportunidad de hablar y escuchar a tantas personas me permite conocer en profundidad al ser humano y conectar con aquellos que expresan su sentir más hondo, tanto cuando se sienten invencibles y han sido capaces de superar enormes dificultades como cuando perciben la derrota de una lucha que los ha llevado al límite de sus fuerzas. Hablando con los demás he llegado a tocar la fragilidad, la inseguridad, el miedo, el sentir que se va a la deriva.

En ese momento soy testigo de la vulnerabilidad que fragmenta todo el ser; es una experiencia que sobrecoge y hace surgir un torrente de preguntas en mi mente.

¿Qué es lo que lleva a tantas personas a situaciones límite? ¿Por qué unas las superan, saliendo airosas de ese combate? ¿Por qué otras viven rendidas ante la realidad, arrastrándose en la desesperación y la agonía, con su capacidad de razonar anulada? ¿Por qué unos pueden y otros no? ¿Qué explicación hay en esas brechas?

¿Por qué unos sí y otros no?

Hay quienes perciben las experiencias como un gran aprendizaje, incorporando a su vida nuevos retos y venciendo la inercia, el miedo y la desorientación. Pero hay quienes, quizás por el resentimiento acumulado que les impide discernir con lucidez, quedan atrapados en su burbuja interior. No hay manera de que levanten cabeza, y su debilidad creciente los lleva a una peligrosa autocontemplación. Evitan hacer frente al gran deseo, a sus cuestiones existenciales más hondas.

Da vértigo enfrentarse con uno mismo. Podemos tener una capacidad para definir con agudeza lo que les pasa a los demás, convirtiéndonos en cirujanos del comportamiento ajeno. Pero somos incapaces de saber qué ocurre dentro de nosotros. Racionalizamos e investigamos sobre el cosmos y la inmensidad del universo, y no somos capaces de profundizar en el microcosmos de nuestro corazón.

Huimos por miedo de esas tormentas que arrecian en nuestro interior, pero acabamos naufragando en un mar de contradicciones, hasta perder el rumbo y dar vueltas por un laberinto, sin saber cómo salir.

¿De qué depende deslizarse como un surfista sobre la ola o ser tragado por ella?

Conocemos los entresijos de nuestra realidad, de los demás, del mundo. Todos venimos preparados para ganar batallas. Quizás el problema no sean las armas con las que podemos luchar, sino la ignorancia y la falta de propósito.

Conocerse

¿Sé quién soy? ¿Conozco el potencial que hay en mí? ¿He medido mi fuerza para saber si puedo mantener un equilibrio entre las fuerzas de adentro y las de afuera? ¿Y si el problema es que todavía no he descubierto el gran arsenal que poseo dentro, ese coraje desconocido que me ayudará a sortear las flechas enemigas y las propias?

Afírmate con toda rotundidad. Trabaja la voluntad, el entendimiento, el conocimiento. Aprende hasta dónde puedes flexionar tu arco para dar a diana en aquellas cuestiones que te inquietan. Apunta al núcleo de tu existencia.

A la hora de lanzar, es importante tener un buen arco y una buena flecha, pero más aún lo es la precisión, y más aún tener un buen blanco. Tener un propósito vital ayuda a sacar fuerzas y puntería para conseguir aquello que más anhela nuestro corazón. Saber quién eres, qué quieres, y tener en cuenta lo que necesitas te ayudará a conseguir la meta.

Pero cuando yo no sé quién soy, ni lo que quiero, y carezco de las herramientas para llevarlo a cabo, entraré en una fase de victimismo. Tendré motivos para quejarme de todo o de todos. Encontraré excusas de todo tipo para caer en la trampa de ser lo que no soy y terminar haciendo lo que no me gusta, distanciándome de mi propósito vital.

Y cuidado, porque muchas personas se esconden detrás de aquello que socialmente les sale rentable, porque con esto quedan bien y guardan a salvo su imagen. Temen revelarse tal como son y no soportan sentirse frágiles ante los demás, descubriendo su auténtico rostro y enfrentándose a su indigencia existencial.

Pero todos hemos de llegar a tocar fondo: cuando se es consciente de llegar al núcleo de la vida, es cuando hay que tener las agallas y la valentía suficiente para reiniciarse y renunciar al viejo paradigma de los miedos, las excusas, las justificaciones y los resentimientos. Hay que librarse del peso del pasado, de las mentiras y de echar culpas a otros por nuestra situación.

Creo que todos tenemos la capacidad innata de autoregenerarnos. Sólo se trata de querer, pedir ayuda y convencerse de que podemos salir adelante, siendo señores de nuestra vida y de nuestra historia.

Una vez llegamos aquí, no podemos imaginar el enorme potencial de bondad creativa que hay en el corazón humano. ¡Nos sorprenderemos a nosotros mismos! Entonces descubriremos que darse a los demás da sentido pleno a la vida y nos acerca a aquello que todos queremos y necesitamos: ser felices y contagiar felicidad.

Salir de este sendero es perder la brújula interior que todos llevamos dentro y que apunta hacia nuestra plenitud humana. Estar instalado en el pasado, quejándose del presente y temiendo el futuro es la aniquilación de la realidad. Hay que despertar de este letargo del pasado que se come el presente y el futuro. Valentía para ser, dar y amar: esta es la auténtica clave.

4 comentarios:

  1. Profundas y sabias reflexiones sobre una de las dudas fundamentales que angustia al ser humano ¿quiénes somos? y asusta mirar la respuesta en el espejo de la verdad sin tener el apoyo del otro y con el silencio de Dios.

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  2. Las palabras dan vida cuando están llenas de sabiduría inspirada en la bondad.Gracias, Padre

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  3. ¿Por qué unos sí y otros no? Estoy de acuerdo con el autor en que encontrar, o descubrir, el propósito vital de cada cual es la clave. Y sin conectar con nuestra raíz existencial, Dios, es difícil de encontrar... o es fácil perderse en otros seudo-propósitos. Incluso hoy se ensalza el dicho de que "lo importante no es la meta, sino el camino", así que no hace falta buscar metas ni destinos. El caso es irse moviendo, aunque ese movimiento no sea más que dar vueltas en torno al mismo punto. Como dicen los jóvenes, un "rayarse" total. Cuántas personas viven así. Creo que los seres humanos estamos llamados a algo más... ¡Gracias por estos pensamientos!

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  4. Sabias palabras y muy buenas reflexiones.
    Creo que unos si y otros no, sea por el amor y la positividad. Con amor y actitud positiva, todo se supera y nos engrandece.
    Gracias Joaquín.
    Un abrazo

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