Con su amiga Gabriela, leyendo en un Vía Crucis.
No concebía su vida sin la comunidad cristiana de San Félix:
participaba asiduamente en las celebraciones y en todos los eventos
parroquiales. Era una mujer totalmente integrada que amaba a su parroquia.
La eucaristía estaba en el centro de su vida, y no faltaba
cada mes a la Adoración al Santísimo. El rezo del Rosario era su alimento diario,
así como el rezo del Vía Crucis en Cuaresma y Semana Santa. Era una mujer
profundamente piadosa y vivía con intensidad los tiempos litúrgicos, que
marcaban su calendario vital.
María Dolores formó parte del coro durante muchos años, fue
miembro del consejo pastoral, animó y promovió el rezo del Rosario y las novenas
más señaladas, así como el Vía Crucis, y siempre que se celebraba alguna fecha
especial, allí estaba. Una cristiana totalmente comprometida con la comunidad.
Su fe era auténtica y sincera, y esto impregnó toda su vida,
dejándonos un legado de valores humanos y cristianos y el testimonio de una
persona íntegra y honesta.
Todos sentimos su ausencia, tanto la familia como la comunidad.
Ha dejado un vacío muy grande, pero sabemos que la muerte no es el final. Ella
creía firmemente en la resurrección. Sabemos que en la eternidad se encontrará
con los suyos, con Jesús, su gran amado, y con la Santísima Virgen, a la que
tanta devoción tenía.
Y, desde el cielo, también velará por su familia y por su
parroquia, mientras esperamos el día del reencuentro ante Dios.
Murió el 14 de diciembre, el día de San Juan de la Cruz.
María Dolores estaba muy en sintonía con la mística carmelitana de santa Teresa
de Ávila y san Juan. Seguramente Teresa la habrá recibido con alegría en el
cielo.
. . .
Jesús conoce nuestra naturaleza. Sabe que nos duele la
muerte y que ansiamos una vida eterna junto a los seres amados. Por eso se
adelanta y nos promete un lugar a su lado y con aquellos que hemos querido.
Porque Dios, que nos ama infinitamente, nos ha dado un alma que no muere y la
promesa de una resurrección. Esta esperanza alivia nuestra tristeza y colma
nuestro deseo de eternidad.
Los discípulos de Jesús le preguntan: ¿Cómo iremos a donde
tú vas? Jesús les responde, a ellos y a nosotros, hoy: Yo soy el camino, la
verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.
María Dolores ha encontrado el camino que la ha llevado a la
plenitud espiritual. Ha encontrado la única verdad, que es Jesús. Y ha
encontrado la Vida, ahora con mayúscula. Una vida que nunca se acaba, para
siempre.
Qué descanse en Paz,y en el cielo junto a esa iglesia triunfante interceda por nosotros
ResponderEliminarOramos por Su Alma. Confiados por Fe en que estará al lado de nuestro Padre Celestial.
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