domingo, 17 de diciembre de 2023

Un alma pura

Se llamaba Pura y falleció recientemente con 94 años. Formaba parte de la comunidad parroquial de San Félix. La conocí en el verano de 2010, era una feligresa muy asidua, mujer piadosa y de profunda fe. Su compromiso con la parroquia ha durado más de 60 años, en los que ha participado fielmente y con intensidad tanto en las misas dominicales como en los momentos fuertes del año litúrgico.

Venía a diario a misa y al rosario. También formaba parte del grupo de adoración nocturna. Para ella la parroquia era una extensión de su casa: conectaba ambas realidades con total naturalidad.

En su hogar, Pura se volcó a su familia y al cuidado de sus hijos. Los educó en sus valores cristianos y creó un ambiente afable y de bondad a su alrededor.

Tras morir su marido, pasó 32 años viuda. La experiencia de la pérdida no apagó su fe ni le impidió mantenerse fiel a sus quehaceres domésticos y a su compromiso parroquial.

Su presencia era muy discreta y su trato prudente y exquisito. Percibí en ella un alma muy pura y sencilla, pero firme como una roca. De pocas palabras, su comunicación era cálida y sincera, y a menudo iba más allá de lo verbal. Recuerdo que se movía con suavidad y sigilo, como si no quisiera molestar. Toda ella desprendía sensibilidad, como una flor perfumada. Su manera de ser atraía porque siempre trataba a los demás con extrema delicadeza. Esta actitud definía su personalidad: cuando no estaba, se la echaba de menos. Sobre todo, en los últimos años, cuando ya estaba muy enferma.

No es habitual encontrar personas con tanta finura en el trato, tan delicadas y a la vez tan fuertes. Desde su silencio, Pura trabajó con empeño por hacer crecer su hogar y su parroquia. Supo levantar con amor una familia: la suya es otra de tantas microhistorias que hacen posible un proyecto familiar y un apostolado parroquial. ¡Cuántos laicos buenos están contribuyendo a la misión de la Iglesia en su compromiso evangelizador!

Pura forma parte de este rosario de personas cristianas que han contribuido a forjar la comunidad. Como otros feligreses difuntos, se unirá a este grupo de benefactores que, desde el cielo, siguen velando por nosotros, para que la parroquia siga fiel a su misión.

Gracias, Pura, por tu ejemplo y testimonio cristiano. Gracias por ser una estrella que se suma a esta constelación de feligreses que ya viven para siempre en los brazos de Dios. No dejes de interceder, cuidar y proteger a tu querida comunidad.

3 comentarios:

  1. Que hermosa historia, ojalá y podamos ser recordados como ella,dejando una huella de vida ejemplar

    ResponderEliminar
  2. Que en paz descanse. Rezaremos por su espíritu. Una feligresa de los inicios , de cuando edificaron el edificio antiguo de la parroquia, lo que ahora ocupa el colegio Brussi

    ResponderEliminar