Venía a diario a misa y al rosario. También formaba parte
del grupo de adoración nocturna. Para ella la parroquia era una extensión de su
casa: conectaba ambas realidades con total naturalidad.
En su hogar, Pura se volcó a su familia y al cuidado de sus
hijos. Los educó en sus valores cristianos y creó un ambiente afable y de
bondad a su alrededor.
Tras morir su marido, pasó 32 años viuda. La experiencia de
la pérdida no apagó su fe ni le impidió mantenerse fiel a sus quehaceres
domésticos y a su compromiso parroquial.
Su presencia era muy discreta y su trato prudente y
exquisito. Percibí en ella un alma muy pura y sencilla, pero firme como una
roca. De pocas palabras, su comunicación era cálida y sincera, y a menudo iba
más allá de lo verbal. Recuerdo que se movía con suavidad y sigilo, como si no
quisiera molestar. Toda ella desprendía sensibilidad, como una flor perfumada.
Su manera de ser atraía porque siempre trataba a los demás con extrema
delicadeza. Esta actitud definía su personalidad: cuando no estaba, se la echaba
de menos. Sobre todo, en los últimos años, cuando ya estaba muy enferma.
No es habitual encontrar personas con tanta finura en el
trato, tan delicadas y a la vez tan fuertes. Desde su silencio, Pura trabajó
con empeño por hacer crecer su hogar y su parroquia. Supo levantar con amor una
familia: la suya es otra de tantas microhistorias que hacen posible un proyecto
familiar y un apostolado parroquial. ¡Cuántos laicos buenos están contribuyendo
a la misión de la Iglesia en su compromiso evangelizador!
Pura forma parte de este rosario de personas cristianas que
han contribuido a forjar la comunidad. Como otros feligreses difuntos, se unirá
a este grupo de benefactores que, desde el cielo, siguen velando por nosotros,
para que la parroquia siga fiel a su misión.
Gracias, Pura, por tu ejemplo y testimonio cristiano.
Gracias por ser una estrella que se suma a esta constelación de feligreses que
ya viven para siempre en los brazos de Dios. No dejes de interceder, cuidar y
proteger a tu querida comunidad.
Que hermosa historia, ojalá y podamos ser recordados como ella,dejando una huella de vida ejemplar
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ResponderEliminarQue en paz descanse. Rezaremos por su espíritu. Una feligresa de los inicios , de cuando edificaron el edificio antiguo de la parroquia, lo que ahora ocupa el colegio Brussi
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