Muchas noches salgo al patio y miro al cielo, buscándote. La
luna con su tenue luz es testigo de mi inmensa gratitud por el regalo del día
pasado. La noche está salpicada de estrellas y en el centro brilla ese faro,
tan cerca y a la vez tan lejos. Ahí está, acompañándome en mi oración de acción
de gracias.
Si me alejo de ti, es como si el ser humano se desvaneciera
en un absurdo sin sentido. La luna dejaría de brillar y velar el sueño de la
noche. Las estrellas se apagarían. El viento no cantaría ni susurraría en mis
oídos. El sol no saldría en mi horizonte. Las olas no jugarían bajo mis pies.
El azul se volvería gris. Las aves no volarían y los árboles no se mecerían con
la brisa. Mis ojos no disfrutarían de los colores, ni de la belleza. Mis oídos
no alcanzarían a sentir tu música, mi lengua dejaría de saborear el soplo de tu
beso. Mi tacto dejaría de reconocerte en la dulzura de unas caricias y dejaría
de oler el perfume de tu cálida presencia. Mi corazón no latiría al ritmo
intenso del tuyo. Mi alma se encontraría en la penumbra.
Si me alejo de ti, es como si los niños dejaran de reír y de
jugar, los adultos dejaran de confiar y de cooperar, y los ancianos dejaran de
tener esperanza en la última etapa de su vida.
Si me alejo de ti, el universo de mi existencia se
precipitaría hacia el abismo. Por eso cada noche me gusta oírte, saborearte,
olerte, verte y tocarte. Para saber y sentir que tú estás conmigo y yo contigo,
y que tu presencia es tan viva como la mía.
Por eso, cuando te siento me siento más vivo que nunca.
De día agradezco un paseo junto al mar, contemplando las
azules y cristalinas aguas besando la arena, el sol que calienta mi rostro, el
viento que silba en mis oídos. Cuánta belleza. Contemplando el horizonte me
siento bañado por una dulce mirada que inunda todo mi ser de un gozo
inexplicable. Camino con paso firme, disfrutando del milagro de sentirme vivo y
agradecido por tantas experiencias que me regalas. Cada día está lleno de tu
presencia.
El estallido de belleza expresa tu amor infinito hacia tu
criatura. Cada noche, bajo la luna, respiro y agradezco tu cercanía. Vivo dejándome mecer por el soplo de tu amor.
No concebiría mi existencia sin tu delicada presencia, tan
silenciosa, tan real como la luna que alumbra el patio de noche. Presencia
invisible, pero no menos tangible desde la evidencia del corazón. Mi vida no
tendría sentido si me alejara de ti.
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