Estos días he tenido la oportunidad de pasar un tiempo de
calma y de reflexión para poder organizar el nuevo curso, que se inicia en
septiembre. Han sido unos días de sosiego y descanso, en medio de la naturaleza,
saboreando cada instante. Largas caminatas por senderos de montaña y bellos
parajes me han hecho ser más consciente del regalo de existir.
Contemplando montes, valles, bosques y pantanos, redescubro
la vinculación del hombre con la naturaleza. Por las noches, el cielo salpicado
de estrellas se convierte en un festín de luz. Caminar bajo miles de luceros
suspendidos de la bóveda del cielo hace de la noche un momento inolvidable.
Pensar que son cúmulos de gases incandescentes, a miles de años luz, sobrecoge
y asombra. Allí estaba yo, diminuto ser ante la grandeza del cosmos, viendo y
sintiendo cómo la alfombra luminosa del cielo me envolvía en un éxtasis
silencioso.
En el campo, el día, la tarde y la noche se alternan en un
ritmo lleno de belleza. Por la mañana se respira la suavidad del amanecer y el
frescor del aire fragante. Los primeros rayos de sol acarician la cresta de las
montañas, con su beso matinal que cubre de oro las plantas y resplandece en las
gotas de rocío. El sol y la roca inician la aventura de un nuevo día. Más
tarde, la luz inunda los valles y los bosques, jugando entre las ramas. La
exuberancia de las plantas adquiere mil tonalidades de verde formando una
sinfonía multicolor con el ocre de los campos segados, el gris de las peñas y
el rojo de las bayas que maduran en los arbustos. En medio de esta explosión de
vida, siento el aliento de Dios sobre su creación: todo está lleno de su
Espíritu.
Un día fui a caminar por la vall d’Àger, recorriendo la
falda del Montsec. De pronto, aparecieron en el cielo decenas de parapentes
ascendiendo hacia las nubes. Como una bandada de gaviotas, se dejaban llevar
por las corrientes de aire, girando y evolucionando en las alturas. Bajo las
lonas de colores, hombres y mujeres se atrevían a conquistar el cielo,
cabalgando a lomos del viento. Admiré su valor y la inteligencia humana, capaz
de ingeniar medios para jugar en el cielo, desafiando la gravedad. Volando como
pájaros dominan las corrientes aéreas, deslizándose con suavidad sin motor ni
otra fuerza que la del mismo viento. Valentía, sagacidad y creatividad son los
ingredientes necesarios para lograr cualquier hazaña. Sumados al compañerismo y
al conocimiento adecuado, hacen posible que el hombre llegue hasta los límites
de su libertad, alcanzando sus sueños más audaces. Aún sin alas, el hombre
puede volar gracias a su ingenio y su voluntad.
Sí, el hombre se siente llamado a surcar las alturas, pero
también a explorar sus profundidades más íntimas. Le gusta cruzar los cielos,
pero también necesita bucear en su corazón. Solo así podrá acercarse cada vez
más al misterio de su existencia y superar los valles, cimas y abismos que se
le resisten, porque participa de la inteligencia y la libertad de Dios. Está
hecho a su imagen y semejanza.
En la vida hemos de aprender a asumir riesgos si queremos
volar alto. Pero hasta que no se llegue a la cima el aprendizaje es importante.
Hay que asumir los errores con humildad y saber levantarse cada vez que nos
caemos, alejando el vértigo y el desánimo. Vencer el miedo al vacío pide
silencio y un abandono profundo, a la vez que confianza y certeza. Hasta en los
desafíos más arriesgados de la vida el viento del Espíritu nos impulsa. Él nos
lleva a surcar la inmensidad del cielo y nos da la fuerza para seguir, para
vencer el miedo y el cansancio. Dios nunca permitirá que nos precipitemos al
vacío si nos apoyamos en él y tenemos fe. Él es el único Señor de los vientos y
las tempestades, el Señor de todo lo creado. Y la gran aventura y meta del
hombre es amar. Solo quienes emprenden este viaje serán libres para sobrevolar
el cielo de su existencia.
Joaquín Iglesias - 29 agosto 2014
Hermosa y preclara reflexión sobre nuestra condición de criaturas llamadas a subir a lo más alto merced a las cualidades con que Dios ha dotado al ser humano.
ResponderEliminarLo que hace que nuestro minúsculo ser comparado con la inmensidad del Cosmos, tenga valor, es que es amado por el Creador del Universo.
Gracias.
Gracias por tus reflexiones de cada semana. Me parecen necesarias y espero que continúen.
ResponderEliminarJesús
Con esos ojos de niño maravillado
ResponderEliminarDescribes la sorpresa de las gracias a tu paso
en ese tu descanso.
As í, en este aire de inocencia vives esas formas de belleza,
Y Con la madurez de la vida,
la escuela….
Ya que siendo ahora adulto y con solera
Eres niño en Esencia y en Pureza.
Y eso hace que el Universo te regale
un cachito en cada paso
Hasta parapentes volando,
Imitando con su vuelo el canto del pájaro.
bajo la brisa reposando y soñando
recubiertas de estrellas en la noche.
Digo yo que…Si somos lo que somos y somos lo que vemos,
Te digo que por ver tú ves lo más tierno,
Lo más bonito y lo más bello.
Y también sabes manejar con Fortaleza la Fuerza de lo mas sagrado
Y con fuerza te entregas a enseñarnos
Lo mucho que significa Amarnos, para que Dios este contento con lo creado.
Y que no quedemos solos sin desamparo.