Llevo diez años contemplando la belleza de este patio, con
su pulmón, la morera, y las acacias que se yerguen hacia la infinitud del
cielo. Árboles testigos del devenir histórico de esta parroquia, con sus
vaivenes, sus luchas y esperanzas. También son testigo de la soledad de este
patio desierto, acostumbrado a ser frecuentado por gente que busca aquí sentido
y razones para vivir con profundo deseo de encontrar la verdad, Dios, el amor.
La morera hoy está sola, sin nadie que se acoja a su sombra.
Desde su silencio, es cómplice de los anhelos escondidos en el corazón de tantas
personas que disfrutan de su verdor y su paz. Hoy la contemplo solitaria, sin
que nadie pueda saborear la brisa de esta primavera ni el frescor de su verde
manto de hojas. Hoy mis ojos la contemplan con afecto especial y admiro los
recovecos de su corazón, escondido entre las ramas que sostienen su copa
frondosa y llena de color.
Recuerdo las tormentas del pasado invierno. Desnuda y
flagelada por los fuertes vientos, la morera resistía. Su fortaleza estaba
siendo puesta a prueba y, aunque mermadas sus ramas, aguantó firme sin
desfallecer. Hoy no son las ráfagas del aire las que sacuden el árbol. Hoy la
sacude la ausencia de tantas personas que la admiran por su belleza y su
fidelidad en el tiempo. Hoy siente a faltar el corretear de los chiquillos, la
música y los cánticos de la liturgia, la mirada dulce de quienes se acercan,
sorprendidos por su magnitud y atraídos por su silencio susurrante. Añora las
oraciones dirigidas al cielo y, sobre todo, los encuentros al abrigo de su
sombra familiar y amiga.
La morera es ya parte de la vida parroquial. Los dos hemos
quedado juntos, confinados. Hoy, muchos mueren a causa del coronavirus, por
falta de oxígeno. Tú, mi querida morera, eres mi oxígeno natural. Tú me haces
de botella y de respirador, un espléndido árbol cargado de vida cuyas ramas
como brazos no paran de crecer, acogiendo a tantas personas que buscan calma,
silencio, belleza, luz. Eres mi gran compañía en estos momentos en que, como
yo, muchos están recluidos en sus hogares. Cada día doy gracias a Dios por la
belleza de la creación. También por haber hecho posible que un día nos
encontrásemos. ¿Misterio, azar, plan de Dios?
He nacido en un pueblo de Extremadura, donde los campos
están pegados a las casas. Cada vez que voy allí, aspiro el olor de las espigas
y el perfume del monte. Sí, la naturaleza y el hombre se han de armonizar para
su mutuo beneficio. No podemos vivir aislados de algo que forma parte de
nuestras raíces más genuinas. También hemos de extender esta hermandad a todo
lo creado y amarlo como parte vital de la existencia. La morera siempre me
retrotrae a ese deseo de búsqueda de los misterios de la creación. Ella se ha
convertido en un testigo de mi soledad, que abrazo con paz. Bajo su sombra,
como un nuevo Adán en el paraíso, siento la caricia de Dios y la alegría y la
libertad de sentirnos amados por el Creador.
Me decía un teólogo que la creación es la piel de Dios. Toda
la naturaleza ha sido soñada como hábitat, como un hogar, donde podemos crecer
armónicamente y a la vez custodiarla. No cuidar la creación es flagelar la piel
de Dios. Todo el cosmos: estrellas, mares, cielo, árboles, animales, montañas y
flores, fue creado por su mente amorosa, pensando en nuestra felicidad.
Poesía espiritual.
ResponderEliminarHola Padre, que bella descripción, espero poder vernos muy pronto, aunque pienso que etras de este parón hay algo que debemos aprender. Valorar cosas como un abrazo, una palabra amable o incluso un silencio acompañado, a veces sobran las palabras, basta un gesto, una mirada.
ResponderEliminarLe mando un cariñoso abrazo.
Angels
Si en este mundo sacamos algo bueno de todo este caos y pudiésemos sentir con el corazón abierto a un Dios de misericordia esta humanidad sería otra cosa contemos que un día le contaremos a nuestros hijos lo pasado este año y con ello como Dios en su grandeza reconforta y acompaño nuestras almas aún en medio de la tormenta espiritual de cada uno de nosotros. Gracias por siempre estar ai para quienes contamos con Dios y ud como amigo espiritual padre Joaquín se le quiere muchísimo att. Estela
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