Días atrás he visitado un extenso vivero en Balaguer, en la
comarca de la Noguera. Era un día caluroso, de cielo azul intenso que
contrastaba con el paisaje agreste de aquellas tierras leridanas. El sol desde
su cénit lo abarcaba todo, nada escapaba a sus rayos que iluminaban el paisaje.
Llegué al vivero por una carretera comarcal que salía de
Balaguer y serpenteaba entre huertos. Bajo la cubierta transparente, contemplé
la enorme extensión de árboles, flores y plantas medicinales. Texturas, formas
y aromas se mezclaban en las hileras de macetas expuestas para su venta. Había
plantas para tratar de forma natural toda clase de trastornos y enfermedades.
Clasificadas por sus cualidades terapéuticas, nutricionales y cosméticas, hacían
de aquel lugar en un oasis, invitando a deambular por los pasillos del vivero o
a sentarse en alguna de las sillas de mimbre allí colocadas para deleite del
visitante.
Todo esto me movió a reflexionar sobre la importancia de
cuidar y custodiar la naturaleza. Primero, porque es creación y somos parte de
ella. Segundo, por su desbordante belleza, un regalo para los ojos. Y
finalmente, porque también nos aporta salud y bienestar.
Pensé que los empleados de este vivero deben amar mucho su
trabajo, convirtiendo su experiencia en fuente de sabiduría. Sólo si amas,
conoces y cuidas la naturaleza, las plantas y los árboles te darán lo que
necesitas. El deseo de conocer la fauna y la flora nos lleva a una cultura de
cuidado del medio ambiente. Mimarlo no es otra cosa que alabar a Dios por toda
su obra. Dios es el gran jardinero.
Convertirse en experto botánico significa ahondar en los
misterios que se esconden tras las hojas, los frutos y las raíces, agradeciendo
todo aquello que nos pueden aportar en nuestra vida. La humanidad también es un
gran jardín que necesita de buenos jardineros especializados en el cuidado de
cuerpos y almas. Sí, el buen jardinero conoce y sabe cómo es el corazón humano
y cuáles son sus más profundos deseos, sobre todo aquellos que le ayudan a
abrir sus horizontes. Todos tenemos un lugar en el vivero de nuestra vida.
Hemos de descubrir la naturaleza de nuestra alma, para saber a lo que estamos
llamados. Hemos de aromatizar con nuestros valores la convivencia con los demás
para poder embellecer el entorno. Cada cual ha de descubrir que tiene un jardín
plantado en su corazón. La alegría y la belleza son parte intrínseca de nuestro
ser.
La ecología del ser humano
Sí, hay una enorme cantidad de personas que aman y saben
cuidar las plantas. Dan un gran valor a la ecología. Pero hoy, más que nunca,
es necesario también cultivar la ecología del ser humano. Sabemos cuidar las
cosas y cada vez hay una mayor conciencia de vinculación con la naturaleza.
Siendo esto bueno, no nos olvidemos del cuidado especial de las personas, como
culmen de la creación. Si es urgente custodiar la naturaleza, mucho más lo es
poner en el centro de nuestra atención al otro. Hemos de cuidar nuestros
hábitos y los de las personas que viven en nuestro hogar. Así nos convertiremos
en auténticos jardineros del vivero humano, y cada cual podrá dar color y
perfume a la convivencia, tan necesitada de la frescura del amor.
Si las plantas tienen propiedades terapéuticas, cuánto más
las personas, que tenemos la capacidad de amar. Hagamos de nuestra humanidad un
bello jardín. Es una de las más nobles tareas del ser humano. Dejemos que Dios,
ese discreto y sabio jardinero, pode todo aquello que nos impide florecer, a la
vez que va dando forma a la naturaleza de nuestro corazón. Es lo que da sentido
a todo lo que somos, porque el jardinero quiere hacer de su planta una obra de
arte, es decir, hacer florecer todo el potencial que tiene adentro. Cada
persona es una planta cuidada amorosamente en el jardín del Edén.
Muchas gracias por su escrito cada alma es una joya si sabemos cuidar, regando y haciendola crecer...el Jardinero nos ayuda en esta labor
ResponderEliminarNo hay nada más bonito que el don de la naturaleza, tanto en la creación de las plantas como de las personas, eso sí que es la ingeniería perfecta.
ResponderEliminarQue precioso escrito, en resumen todos somos jardineros y estamos rodeados de plantas maravillosas de varias especias: unas olorosas, otras que pinchan, otras no tan bonitas pero con una misión.... en fin como en la vida se dice "de todo hay en la viña del Señor" lo podemos aplicar a las plantas y flores que embellecen nuestro alrededor. Gracias l
ResponderEliminarQue sapiguem trobar vivers d'esperança durant la vida
ResponderEliminarQue meditación tan bonita, siempre he pensado que Dios nos creo como la flor más bella pero la dejamos marchitar por la falta de cuidados,lo podemos ver a nuestro alrededor cuando estamos reunidas varias personas y alguna de ellas la admiramos por sus talentos, por su ternura, y en especial por su humildad,gracias Padre Joaquin por su enseñanza
ResponderEliminarQué hermoso. Muchas flores son pisoteadas en este mundo... pero todas, sin excepción, reciben el amor del Jardinero divino. Si sólo fuéramos conscientes de esto, todos podríamos florecer.
ResponderEliminarMe encantó esto: todos podemos ser plantas medicinales para el otro. ¡Y mucho más que eso!
ResponderEliminarIgnoro de dónde saca Ud.un vocabulario tan rico y descriptivo, pero mi más cordial enhorabuena.Se nota en sus escritos su amor a los demás.En efecto, sos escritos con alma.
ResponderEliminarDesde #IcaPerú 🕊🇵🇪🕊 #Graciasx3 #JHS_SacerdotesDeDiosAltísimo #JardineroDeDiosJoaquin #Graciasx3 por Edificar en nuestras Almas Misioneras, el más Excelso Fiel, Eterno AMOR #CristoJesús 🕊💙🕊☝️
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