domingo, 3 de septiembre de 2023

Viaje ¿hacia dónde?

El drama del Alzheimer

He tenido la ocasión de conocer muy de cerca a personas que sufren esta enfermedad. La verdad es que me quedo sobrecogido y profundamente impactado. Es una patología neurológica que hace reflexionar mucho, porque ves el grado de deterioro que va alejando a la persona cada vez más de su entorno y de la realidad. Lentamente, la conciencia del yo se va deslizando hasta caer en un limbo, desconectando de los demás. Conocer en profundidad algunos casos suscita grandes cuestiones; no todas llegan a obtener respuesta.

Esta enfermedad genera una gran inquietud interna y mucho sufrimiento a los cuidadores, sin que sea consciente de ello el que la padece. Es como si se levantara un muro entre el cuidador y el «paciente». La incomunicación pesa y dificulta la relación entre ambos.

En algunos casos, incluso puede darse violencia del enfermo hacia el cuidador, llevándolo a situaciones límite de gran estrés emocional. El cuidador se siente impotente y necesitará consultar a profesionales que le ayuden a gestionar esta difícil situación. Manejar la dependencia de un ser querido es una auténtica gesta marcada por altibajos que van debilitando psíquicamente al cuidador. Los vínculos afectivos y emocionales se van empobreciendo; el enfermo es incapaz de mantener una relación equilibrada y armónica. No responde ante los estímulos. Poco a poco, en función de la gravedad de la dolencia y del tiempo que pasa, se irá dando una desconexión total.

El mundo, las relaciones, todo desaparece de su mente. Vive en un vacío, en una laguna neuronal. Se ha apeado de la realidad. Su cuerpo está aquí, ahora. ¿Dónde ha ido a parar su mente?

Cuánta heroicidad hay en muchas personas que lo viven en su familia. De una historia amorosa inicial han pasado a la ausencia de aquel que fue parte de su proyecto vital. El que padece la enfermedad no sabe a quién tiene delante, pero el que lo cuida, marido o mujer, hijo o hija, sabe bien qué lazos los unen, por eso hace lo que puede para seguir mostrándole cariño como respuesta al amor recibido.

Es entonces cuando el amor está tan maduro que ya no espera respuesta afectiva del otro, incapaz de establecer una relación consciente. Es una auténtica gesta de amor incondicional, de un valor extraordinario.

Aprender a cuidarse desde el inicio de la relación es fundamental. Si dos cónyuges se acostumbran a tener cuidado el uno del otro, desde jóvenes, cuando llegue la enfermedad ya no se convertirá en una carga tan pesada.  

Origen y prevención

No dejo de preguntarme dónde puede estar el origen del Alzheimer y qué se puede hacer para evitar esta enfermedad. ¿Se puede prevenir, en la medida de lo posible? Algunos neurólogos sostienen que tiene un origen genético y familiar; por tanto, es muy difícil de evitar. Pero las investigaciones más recientes revelan que, aunque haya una tendencia familiar, se podría evitar o minimizar si se tomaran decisiones adecuadas en cuanto a hábitos de vida y alimentación. Es importante, también, hacer ejercicio físico y mantener unas relaciones sanas con los demás, implicándose en un proyecto vital que nos ayude a crecer como personas. Todo esto son factores que pueden incidir en una mejora de la actividad neuronal. Además de una buena dieta, se puede tomar una adecuada suplementación que ayude a mantener sano el sistema vascular cerebral, así como las conexiones entre neuronas.

Otros médicos e investigadores opinan que el impacto de ciertas experiencias, sobre todo durante la infancia y la adolescencia, producen bloqueos muy potentes que causan un trauma psíquico y emocional. Con el tiempo, este impacto puede afectar la actividad neuronal. Evidentemente, el efecto no será inmediato, sino que aparecerá mucho más tarde. Una persona que desde niño no ha podido asumir ciertas vivencias negativas, sobre todo durante su desarrollo, puede manifestar diferentes patologías, una de ellas el Alzheimer.

Otra explicación puede ser el constante estrés al que estamos sometidos: preocupaciones, tensión en casa, fracasos, pérdida de empoderamiento, depresiones, todo esto puede ser causa de un shock existencial. El ADN de nuestras células recibe el impacto y puede producir enfermedades a largo plazo.

A los cuidadores

Con este escrito quiero reconocer al enorme ejército de personas buenas, entregadas y generosas, que desde la discreción de su hogar están humanizando la sociedad. Un enfermo de Alzheimer puede perder la consciencia, pero no su identidad. Hasta el último momento, un ser humano es algo más que materia gris: es un alma creada que, aunque se halle perdida en esta estación de la vida, no corre hacia la nada. Su destino no es el vacío. No sabemos qué ocurre en su mente, pero sí sabemos que la meta final será un reencuentro con Aquel que inició su proyecto de vida. El materialismo científico no agota la realidad misteriosa que envuelve al ser humano.

En última instancia, para mí Dios nos entrega una nueva experiencia. El alma es una energía que nunca se agota.

Animo a todos aquellos que estáis volcados en esta dura y hermosa labor a que intentéis hacer un cielo en medio de este combate. Ellos se lo merecen por todo lo que os han dado.

2 comentarios:

  1. Es tremendamente duro, la persona cuidadora se agota aunque no quiera, en muchas ocasiones no sabe como debe actuar. El carino es lo que mas entienden las personals con alzheimer.

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  2. Lo defines muy bien: “El drama del Alzheimer”, no solo es un drama personal que nos puede afectar y afecta a todos, sino que trasciende al resto de familiares de buena voluntad quienes lo sufren más que el propio dañado cuando, en el/la mismo/a, trasciende ese primer estado de “violencia” inconsciente, y alcanza el estado de ignorancia de su mal pero mantiene las constantes de felicidad y cariño a flor de piel.

    Personalmente, creo que es la peor de las enfermedades, hasta el punto que una gran cantidad de familiares no pueden soportarlo y los envían a residencias de acogida, donde algunos empleados siguen sin aguantarlos y no los cuidan con el debido respeto y atención que todos merecemos; ya sea por carecer de preparación o suficiente sensibilidad para atender a las personas que los propios familiares no han podido o querido hacer. Los cuidadores deberían tener el mismo grado y preparación y consideración que tienen los sanitarios en este país, su labor lo merece.

    Las “fuerzas del bien” internacional podrían volcarse en estudiar el origen del Alzheimer como sí lo hicieron con el reciente virus de la pandemia (donde obtuvieron pingües beneficios) pero..., me temo que esto no va a ocurrir pues perderían grandes fortunas las empresas dedicadas al ídem, aunque favorezca a la economía familiar y del Estado de turno.
    El diagnóstico y la prevención está avanzado, pero de qué sirve que nos diagnostiquen que podemos padecerlo si esto te puede conducir a una depresión y en el peor de los casos al suicidio, como ha sucedido en numerosas ocasiones

    Lamento extenderme con el comentario pero el tema da para mucho más, y sobre todo para llamar la atención de aquellos/as que tienen el poder económico en sus manos para investigar y lo dedican viajar al espacio y al fondo marino por placer.

    Gracias, padre Joaquín, por exponer artículos tan dramáticos aunque tu vocación y conocimientos los dulcifique con el verbo que dominas.

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