La mentira como defensa
Ante la complejidad del ser humano y su entorno, la mentira
aparece como un mecanismo inconsciente de defensa o huida. Mirarnos en el
espejo de la verdad nos da pánico, porque descubrimos en ella lo que realmente
somos: personas contradictorias, ambiguas y llenas de fragilidades. Tememos la
verdad porque nos sentimos desnudos e inseguros. Aunque aparentemos seguridad y
coherencia, nos da miedo ser descubiertos tal y como somos.
De aquí vienen ciertos comportamientos que muchas veces no
podemos controlar. Entre la realidad que queremos esconder y lo que mostramos,
nuestra personalidad se va fragmentando de tal manera que a veces no llegamos a
distinguir la verdad de la mentira. La frontera entre ficción y realidad se
diluye y mentir llega a hacerse tan natural que uno acaba perdiendo el control.
Es entonces cuando los demás se percatan y las mentiras se hacen más visibles.
Una enfermedad del alma
El mitómano es aquel que ha convertido la mentira en el eje
de su vida, llegando a la patología. Vive fuera de la realidad y de la verdad,
dos conceptos que, desde un punto de vista moral, sustentan la integridad de la
persona.
¿Qué razones psicológicas hay detrás de alguien que
constantemente está mintiendo? Tal vez le ha faltado una educación moral que le
ayudara a distinguir lo falso de lo verdadero. Quizás sea una tendencia a
mentir por miedo a recibir reprimendas o castigos en su infancia; una excesiva
severidad de los padres o simplemente la fragilidad de un niño temeroso. Lo
cierto es que, si un niño aprende a mentir, de joven y de adulto lo seguirá
haciendo.
La mentira genera adicción. El adulto que ha integrado el
hábito de mentir inevitablemente va a provocar conflictos en su entorno y en
las relaciones humanas que entable. Cuando las mentiras son tan evidentes que
sus interlocutores se dan cuenta, surgirá la desconfianza, incluso entre las
personas que más quiere. Y es que el mentiroso compulsivo arroja dudas sobre sí
mismo.
La pregunta más aguda que me surge es: ¿qué está intentando
tapar de su realidad? ¿Qué aspecto de su vida quiere ocultar? ¿Por qué necesita
mentir tanto? ¿Es la ficción un muro para no mostrar su verdadera personalidad?
Resolver esta situación necesita de una acción terapéutica que
ponga a la persona cara a cara con su realidad. Por muy pobre y mísera que se
sienta, moralmente hablando, siempre será mejor la verdad que una mentira que la
va destruyendo por dentro. Cabalgar sobre ella es lanzarse hacia el abismo. Se
irá vaciando hasta llegar a somatizar el problema con dolencias físicas. Huir
de la verdad es vivir en constante tensión, porque la naturaleza humana tiene
una brújula interior que señala siempre la verdad como valor instintivo. Cuando
uno va en dirección contraria a su GPS interno, que señala la vía de la bondad,
la belleza y la verdad, se dirige hacia la maldad, la fealdad y la mentira. Es
un camino destructivo que rompe por dentro ocasionando problemas de identidad y
una crisis moral.
La verdad es liberación
La verdad actúa como un foco que ilumina la existencia. La
mentira es un agujero negro que fagotiza a la persona quitándole el don más
valioso: la libertad.
La verdad os hará libres, dice Jesús. La verdad nos permite
encontrarnos a nosotros mismos y reconciliarnos con nuestro ser. Aceptando
nuestra realidad podemos mejorar. La verdad, por dura que sea, es el primer
paso hacia la sanación interior. Y es el camino que nos llevará a la auténtica
felicidad.
Es cierto que la verdad nos hará libres, como bien dijo Jesús, pero también, a menudo, nos libera de los otros si actuamos como un espejo reflector, de la misma manera que tampoco nos gusta que nos digan aquello que no queremos oír e intentamos ocultar.
ResponderEliminarHay diferentes grados de mentiras: infantiles, piadosas, verdades a medias- que no dejan de ser mentiras-, protectoras, crueles… Analizando cada una de ellas ¿llegaríamos a comprenderlas?
Todos tenemos en nuestro haber mentiras que no se pueden analizar de manera objetiva.
En estos tiempos, circulan graves mentiras que provienen de las altas esferas, y son tan crueles que preferimos ignorarlas y adoptar el papel del avestruz para evitar deprimirnos.
Mi abuelo decía que: “Quien quiera saber mentiras con él"... siguen siendo mentiras pero, ¿Estarían justificadas? (La respuesta en el siguiente capítulo).