La comunicación entre las personas es esencial para
fortalecer los vínculos y la cohesión familiar. Asumiendo que hay un deseo de
crecer juntos, la calidad del compromiso puede verse en riesgo cuando surgen
dificultades. Por eso el matrimonio ha de velar de manera muy especial para que
su unión siga teniendo sentido, así como la voluntad de permanecer juntos en un
proyecto común. Muchos matrimonio empiezan su camino con alegría y felicidad,
pero, con el paso del tiempo, la comunicación se deteriora, se hace más escasa,
y la unidad se va fragmentando. La relación se agrieta y se empobrece. Poco a
poco, aunque sigan viviendo juntos bajo el mismo techo, se abre un abismo de
incomunicación que va separando a los cónyuges. Ya no saben mirarse a los ojos
como antes y se genera un profundo sufrimiento. Todo se complica si uno de los dos
padece sordera: es la excusa para huir hacia adelante y eludir toda
responsabilidad. Las paredes de la casa se convierten en muros blindados. La
distancia entre ambos aumenta, no hay diálogo y se hace difícil buscar
soluciones. La persona que se aísla prefiere el mutismo, porque le da vértigo replantearse
el fundamento de su relación.
Es preocupante que cada vez se den más casos de aislamiento
entre matrimonios. La comunicación es vital; es el oxígeno de las relaciones.
Sin ella se pierde el brillo en la mirada y se debilita el músculo del amor.
Hay personas que viven una profunda contradicción; es como
una bipolaridad. Dentro de casa, se aíslan y buscan refugio en la lectura o en
algún pasatiempo, encerrándose en su mundo. Pero, de puertas afuera, cultivan
una buena imagen: se muestran amables, solícitas, cordiales. No soportan pensar
que los demás se den cuenta de su situación, y mucho menos que sospechen una
ruptura. Los desconocidos no adivinarán nunca lo que está sucediendo en el
hogar. En cambio, con los suyos son personas frías, que desconectan y se meten
en su guarida. No quieren enfrentarse con su propia realidad y la de su familia,
con lo cual las relaciones se tensan aún más.
Esta dualidad existencial: fuera no soy el de adentro, y
dentro no soy el de afuera, puede durar mucho tiempo, provocando un enorme
dolor. La roca firme del matrimonio empieza a fisurarse; el fundamento que
sostiene el compromiso se va desgastando hasta convertirse en arena. El tedio
es una señal de alerta; pero la tristeza es el síntoma que indica que hay algo
que hacer todavía, si ambos cónyuges se aman de verdad.
Cuando un matrimonio envejece, se necesita valentía para no
mirar a otro lado y afrontar con lucidez y serenidad esta etapa vital.
Será necesaria mucha humildad para asumir con sencillez que
hay que volver a los fundamentos de la relación. Si uno quiere permanecer fiel
al otro debe replanteárselo todo. Ha de aceptar sus propios límites y reconocer
que su conducta puede no favorecer la mejora de las relaciones. Tendrá que
apearse del orgullo y la autosuficiencia para iniciar un camino de retorno a
esos bellos momentos que los llevaron a unir sus vidas para siempre. No se
trata de tener capacidad intelectual, sino corazón, firmeza y voluntad para
afrontar con valentía los problemas.
Hay personas muy sencillas, pero que son doctoras en amor y entienden
de relaciones humanas. En cambio, hay gente muy preparada, con mucha formación,
que es analfabeta en la sabiduría del amor y la entrega, incapaz de someterse
al aprendizaje que las hará personas sensibles y solidarias.
La gente sencilla a menudo saca matrícula de honor en
convivencia, en servicio, en generosidad, en amabilidad. La arrogancia
intelectual impide calibrar el auténtico drama que puede generar a su
alrededor. Sólo si uno mira hacia dentro de sí mismo y empieza a desnudarse
ante el espejo de su alma, podrá iniciar un reencuentro sincero. Para ello,
deberá tener mucho coraje y determinación. ¡Se puede lograr!
Muchas gracias !! Es un consejo muy util la comunicacion entre la pareja y por extension a toda la familia...
ResponderEliminarEnvejecer juntos que hermoso momento, cuidar y proteger a tu compañero de camino con ternura y amor............
ResponderEliminarEs asi como usted comenta pero hay que procurar mantener la comunicación, proponiendo temas agradables y de interés por la parte que se iria encerrando, así se evita el mutismo que provoca el no comunicar ilusiones propias y fomentar las del conyugue. Es posible mantener la alegría inicial y que crezca con el amor mutuo.
ResponderEliminarEl valor de mirarse a uno mismo en el espejo del alma... ¡Sí que se necesita coraje! Pero quizás porque también tenemos que "guardar" una imagen ante nosotros mismos. Las personas humildes y sabias no temen hacerlo, y no les es un problema descubrir sus carencias. La humildad es esencial para que haya comunicación de verdad, una escucha y un aprendizaje el uno del otro. ¡Gracias por hacernos pensar!
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