Aterrizar en un país tan lejano y diferente, y en una ciudad
como Barcelona, ha supuesto para ellas un esfuerzo permanente por lograr la
estabilidad económica y la integración social. Con muchas horas de desvelo, en
medio de grandes inquietudes y no pocos momentos de duda, preguntándose si lo
que hacían era lo correcto, no han vacilado nunca a la hora de trabajar por sus
sueños. Tenían su propósito muy claro y jamás se han rendido.
Tras años duros de perseguir un sueño que tardaba en
cumplirse, el milagro ha ocurrido. Su ahínco y su responsabilidad en el trabajo
han dado sus frutos.
Maribel y Janet son dos mujeres alegres, serviciales y con
profundos valores religiosos. Entregadas, generosas y con una fe férrea, su
amabilidad les ha permitido generar redes de contactos y relacionarse con
muchas personas; de ahí les ha surgido la oportunidad. Son abiertas y honestas,
con principios muy sólidos y dones que las capacitan para crear vínculos a su
alrededor. Desde el comienzo, tuvieron muy claro que no querían quedarse
bloqueadas por el miedo ni los obstáculos. Después de una trayectoria con
muchas dificultades, han llegado victoriosas a la meta, como auténticas
atletas, pisando las «bandas» del suelo y saboreando el triunfo.
Maribel y Janet son dos campeonas que han salido a correr el
maratón de su vida y han logrado el éxito a base de perseverancia y tenacidad.
Son un ejemplo, pero en este combate su fe en Dios las ha sostenido siempre. Él
las ha acompañado, de él han sacado las fuerzas de flaqueza. Tener a Dios como
aliado les ha permitido triunfar.
Hoy, Maribel y Janet gestionan la cafetería de un centro
cívico del distrito de San Martín en Barcelona. Siempre se han llevado bien, se
quieren mucho y ahora son socias en la empresa. Su reto es conseguir que la
cafetería funcione y tenga muchos clientes satisfechos, que disfruten de su
acogida y de su buena comida. Ellas lo tienen muy claro, y lo poseen todo para
prosperar y mejorar como personas y como cristianas.
Me pidieron que fuera a bendecir el local y fue una bonita
experiencia. Deseo que esta bendición sea para ellas un empuje espiritual que
las ayude a desplegar todo su potencial. Estoy seguro de que Dios las
acompañará en esta nueva travesía y espero que logren convertir ese lugar en un
cielo donde los que vayan encuentren dulzura, amabilidad, seriedad profesional
y, sobre todo, servicio y amor.
Doy gracias a Dios por haberlas conocido y porque forman
parte de mi comunidad. Continúa la historia de estas dos hermanas tenaces en
busca de su plenitud.
Waaao, me enternece su escrito Padre. Cuántos sentimientos conjugados en esos párrafos.
ResponderEliminar¡Así es! Y así son ellas. Su ejemplo puede dar ánimo y esperanza a muchos.
ResponderEliminarHace años que las conozco a las dos y el escrito refleja lo que son .
ResponderEliminarEnric Serra.
Doy Fe que Janeth es una mujer encantadora, la conocí en Barcelona en un viaje a España, yo le pregunté por una orientación; pues estaba perdida y vaya sorpresa, que ésta bella y Cristiana mujer no sólo me guió, sino que me acompañó a donde necesitaba ir y además me pagó el tikete del metro. Dios te siga bendiciendo , te lo mereces, un abrazo y siempre tendrás mi gratitud y cariño.
ResponderEliminarMuy bello comentarios , bien merecido ,felicidades y lluvias de bendiciones
ResponderEliminarTengo el orgullo de conocerlas y compartir con ellas, su familia y la mía son una sola en nuestro querido Hato Mayor, Dios las siga bendiendo enormemente, se lo merecen.
ResponderEliminarDios las siga bendiciendo en su caminar, sus obran hablarán por ellas. ¡A seguir creciendo!
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