Algunas veces se dan situaciones inesperadas que afectan a nuestra salud: una enfermedad, un accidente o una lesión que durante un tiempo limita nuestras actividades. En estos casos se da una especie de duelo: hemos perdido algo de nosotros mismos, se ha reducido nuestra calidad de vida, nuestras capacidades, nuestra energía.
Conozco muy bien estas situaciones porque las estoy viviendo
desde hace años, y tienen que ver con mi visión.
Perder visión
La pérdida o mengua de la agudeza visual afecta mucho, dado
que la vista es un sentido que utilizamos para mil aspectos de nuestra vida
diaria. Mi problema está en la retina: se me ha formado una membrana cuyos
vasos sanguíneos de tanto en tanto se rompen o exudan, y esto provoca
deformación y pérdida de la visión. La única solución es inyectar un fármaco
especial para frenar la hemorragia.
Aunque me sucede de tanto en tanto, la experiencia es
distinta cada vez. Llevo años familiarizándome con este problema, pero el miedo
y la incerteza están ahí. El impacto psicológico de la inyección, con el
ingreso en el quirófano, hacen que la inseguridad se adueñe de mí. Siempre
surgen dudas y preguntas. ¿Saldrá todo bien? ¿Qué puede llegar a pasar?
Poder ver es un auténtico milagro. He leído mucho sobre este
tema y me admira el proceso de la visión en el ojo humano. Una serie de
reacciones químicas, provocadas por el impacto de la luz sobre la vitamina A, generan
las señales eléctricas que hacen posible la creación de una imagen en la
retina; de allí las señales serán enviadas por el nervio óptico y, en milésimas
de segundo, el cerebro las descifra: ¡estás viendo! Sin ser consciente del
complejísimo proceso químico y eléctrico que hay detrás de algo tan simple como
abrir los ojos y mirar.
Es algo extraordinario que pide un esfuerzo extra a las
células de esta diminuta parte de nuestro cuerpo, la retina. Sus requerimientos
de oxígeno son 25 veces mayores que los del resto del cuerpo. Por eso, hay una
fina malla densamente irrigada por capilares sanguíneos que alimentan y
oxigenan la retina y, en especial, su área central, la mácula, responsable de
la visión precisa y en color.
Si por algún problema vascular unas cuantas células dejan de
recibir su aporte de sangre y oxígeno, morirán y esa zona de la mácula quedará ciega;
con lo cual se puede ir perdiendo la visión.
La naturaleza humana es un enorme misterio. Los ojos no sólo
ven, sino que comunican. Forman parte del cerebro y conectan las neuronas con
el mundo exterior.
Mi problema ocular tiene su raíz en un trombo venoso que
sufrí hace casi veinte años. Después se formó la membrana en la retina. Todo a
causa de la fragilidad de los capilares que, al romperse, provocan hemorragias
o exudaciones. Cuando esto sucede, todo cuanto veo ante mí queda difuminado en
una bruma, o bien veo las rectas curvadas y deformes. No puedo centrar la
vista, ni percibir los detalles, ni leer.
Gracias a las inyecciones en el ojo, la actividad de la
membrana se va inhibiendo hasta cesar del todo. El líquido retenido se va
drenando poco a poco y en unas tres o cuatro semanas recupero la visión.
Durante ese tiempo, es inevitable preocuparse, esperando que todo se normalice
y no surjan complicaciones.
Aprender del sufrimiento
Sin embargo, pienso que todo lo que nos sucede puede llegar
a ser una gran experiencia humana y espiritual. Todo lo que ocurre, dependiendo
de cómo se vive, es un aprendizaje. Si uno está abierto, la lección añade valor
a tu vida. Las cosas siempre ocurren por algo.
Si estamos atentos y despiertos, podemos convertir cada
experiencia en algo que marque de manera profunda y definitiva nuestra vida.
Ahondar en los propios límites es importante. La vida es hermosa, pero también
efímera y frágil. Estamos sujetos a nuestra vulnerabilidad y hemos de estar
preparados para afrontar los vaivenes que surgen cuando menos lo esperamos.
Es necesaria una madurez emocional y espiritual para lidiar
con nuestros límites y miedos y vivirlos con cierta paz. Así se darán las
condiciones necesarias para regenerar el cuerpo y recobrar la salud.
Es entonces, cuando se asume la situación con paz y sosiego,
cuando el cerebro conecta con el alma y se pone en marcha un mecanismo que va
más allá de lo físico y lo químico. Somos más que una explosión de procesos biológicos;
nuestra voluntad puede iniciar un camino de recuperación por otras vías. Más
allá del cuerpo, el espíritu juega un papel decisivo que no debe minimizarse.
Frente a la fuerza de la medicina, que a veces se endiosa y no siempre es
efectiva, la fuerza de un poder divino lo trasciende todo. La vivencia
espiritual es la base de nuestra salud, y es decisiva en el proceso de
curación.
Ojalá todos aprendamos y sepamos que no somos sólo materia,
conexiones nerviosas y reacciones químicas. Tenemos un alma con un enorme
poder. En mi experiencia he aprendido que el cuerpo tiene la capacidad de sanar
y somos capaces de mirar más allá de lo que se ve.
Si es como un duelo, la vida se para para dar tiempo a la recuperación. El miedo a la intervención.... Pero sabernos hijos de Dios que nos quiere y que es El en cuyas manos estamos, eso es lo que nos da paz, esperanza, y nos hace humildes, porque nosotros no "dominamos",nuestra vida , es El quien prepara el.camino a cada uno. Y visto así concluimos que todo esto lo permite para nuestro bien. Le deso de corazón un buena y pronta recuperación.
ResponderEliminarPadre Joaquín: todos los días sus ojos están en mis oraciones. Necesitamos a tantos buenos sacerdotes como usted.
ResponderEliminarÁnimo es humano tener miedo pero tenemos al mejor médico de cuerpos y almas !
Hola Padre Joaquín. Soy también un paciente de retina del 2020, agujero en retina. Dios quiso que me pudiera operar justo antes del aislamiento total a causa de la pandemia. Barcelona tiene oftalmología de primer nivel. Le deseo una total recuperación. Un abrazo fuerte. Alejandro
ResponderEliminarEstimado Padre Joaquín,
ResponderEliminarAgradecemos sus comentarios sobre su problema con sus ojos-vista.
Nos ayuda muchísimo a todos los que estamos enfermos a reflexionar, a no perder nunca nuestra Fe y esperanza de sanar y mejorar.
Muy importante es el saber llevar dichas enfermedades en meditación y oración.
Dios nuestro Señor nos muestra constantemente su amor, El siempre, siempre, está con nosotros y nos acompaña en los momentos más difíciles-complicados que jamás podemos imaginar.
Padre Joaquín le deseamos su recuperación lo antes posible, está presente en nuestras oraciones.
Le damos gracias a nuestro Señor Jesucristo por la Bendición de tenerlo como nuestro amado Párroco y guía espiritual.
Reciba un muy fuerte abrazo
Me ha gustado mucho, un testimonio valioso de aceptacion y resiliencia.
ResponderEliminarLola A.
¡Gracias por vuestros comentarios y oraciones! Sois una bendición para mí.
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