Existir es más que ser o estar. La existencia es ser consciente de que vives, y eres más que un conjunto de células y reacciones químicas; eres más que un metabolismo que se alimenta; más que una serie de órganos que funcionan sin que tú los orquestes. Sí, eres mucho más que el latido de tu corazón y la riqueza de los cinco sentidos, más que la suma de tus sensaciones y tus reacciones emocionales; más que el asombroso equilibrio físico y mental que te permite vivir y caminar sobre este mundo.
Es verdad que para estar vivo es necesario todo esto. Pero
una vez hemos cubierto nuestras necesidades básicas, tanto materiales como emocionales,
no podemos quedarnos aquí. Somos más que un cuerpo, y para vivir más allá de lo
material necesitamos dar sentido a nuestra vida.
Todos tenemos anhelos y buscamos la felicidad. Es algo
innato, y nos hace trascender de la pura necesidad y de las dependencias. Cuando
somos conscientes de que la vida se nos ha dado, comprendemos que hay que dar
fruto, y este consiste en amar y entregarse mutuamente para hacer posible la
vida de otros seres. Nosotros somos fruto del amor y de la generosidad de
nuestros padres. Por tanto, vivir y existir es mucho más que «ir tirando» o
dejarse llevar hacia no se sabe dónde.
Vivir es experimentar el misterio insondable de la
existencia. Es estremecerse ante la
belleza de la creación y admirarse ante el secreto oculto que hay en el corazón
humano. Es enamorarse del mundo e instalarse en una gratitud inmensa. Vivir es
desafiar tus propios límites y abrazar la realidad tal como es, sabiendo
descubrir el tesoro de la amistad como experiencia sublime. Vivir es también
aceptar los límites de los demás que a veces te quitan la paz interior. Vivir
es siempre aprender.
En su búsqueda incesante de la verdad, la belleza y el amor,
todo ser humano mira más allá de sí mismo, trascendiendo de su propio yo y
abriéndose a la realidad que le rodea. Se hace consciente del dolor, pero el
mal y el dolor no son razones suficientes como para dejar de luchar por su
propósito vital.
Vivir es deleitarte ante la inmensidad del cosmos, de las
estrellas, del gran lucero nocturno que sale al oscurecer. Su luz te acompaña
en las sombras de la noche, donde también puedes contemplar la silueta de las
montañas y la claridad de un trigal que se mece en la brisa de la noche. Vivir
es respirar, consciente de tu yo más íntimo. Vivir es dejarse mecer por una
mano invisible y amorosa que te acuna cuando te invade la tristeza. Vivir es
inhalar el oxígeno que te mantiene vivo. Sin él, tu vida se apagaría.
Vivir es mirar el sol al amanecer, cuando surge como
diamante luminoso sobre el mar en calma, y emocionarse. El mar, el sol,
respirar: despertar en el amor diario, penetrar la belleza: esto es meterte en
el corazón de tu existencia. Agradecer los cinco sentidos que te hacen
disfrutar es reconocer que detrás de la naturaleza y de tu misma vida hay un
Dios que todo lo sostiene, una realidad suprema que, más allá de lo racional,
se manifiesta en la gesta del alma humana.
El bien está inmerso en tu corazón, forma parte de tu ADN,
aunque ciertas corrientes filosóficas y sicológicas insisten en la maldad
congénita del ser humano. El nihilismo y el existencialismo se recrean en el
naufragio del hombre en el mar de su existencia.
Pero las hazañas conseguidas por el ser humano no se
entienden sin esta bondad que se manifiesta de forma natural si la persona no
ha sido dañada y se ha sentido querida.
Vivir es luchar contra la desidia, el desespero, la
tristeza, el desamor. Es mantenerse firme y mirar alto, sin perder la brújula
de tus valores. Vivir a veces es nadar a contracorriente, escalando hacia la
cima de tus propósitos vitales. Allí podrás saborear el aire de la altura y un
pequeño sorbo de eternidad.
Vivir es ser conscientes de que somos la cumbre de la
creación. Sí: ante la inmensidad del cielo, conscientes de nuestra pequeñez,
hemos de reconocer la grandeza del ser humano, Himalaya de la existencia.
Vivir es conocer nuestros biorritmos, saber descansar y
deslizarse por los misterios del sueño. Es saber abandonarse, dejarlo todo para
repararse y renacer al día siguiente, con esperanza y ánimo renovado. Vivir es
cabalgar sobre el tiempo sin que envejezca el alma. Es saber dar gracias por
tus orígenes, que han hecho posible tu existencia; por el presente, que hace
posible tu realidad; y por el futuro que, aunque incierto, te impulsa con
pasión a vivir el presente, con la esperanza de crecer espiritualmente y llegar
a una ancianidad vivida con gozo. Cuando la sabiduría se acumula puedes
convertirte en consejero de muchos otros.
Vivir es instalarte en el amor y en el servicio. Vivir es
construir armonía en tu entorno. Vivir es volcarse a los demás, ayudarles a
crecer y crecer con ellos. Vivir es hacer el bien. Vivir es amar la libertad,
volar alto y conseguir tus metas.
Vivir es, en definitiva, ser consciente del aquí y del
ahora.
Vivir es permanente "darte cuenta"... lindo escrito, feliz cumpleaños Joaquín, un abrazo!.
ResponderEliminar🤗🤗feliz cumpleaños
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