sábado, 23 de enero de 2021

¡Qué bello es vivir!


Recientemente me han comunicado el fallecimiento de una persona entrañable y exquisita. Su nombre es Eudoxia y su origen está en las tierras leonesas. Feligresa fiel, de una sencilla y profunda piedad, nunca se apartaba del templo. Anciana y con el corazón débil, caminaba con dificultad pero sacaba fuerzas para venir a rezar el Rosario cada día. Siempre estaba allí, y me sorprendía que, pese a su edad avanzada, se sabía de memoria todos los misterios y letanías del Rosario. Menuda, pero siempre con una enorme sonrisa en su rostro, se mantenía fiel a esta devoción y a la eucaristía. Era discreta, amable, y comunicativa, cercana y de ojos muy vivos. Un verano, ya al atardecer, me encontré con ella por la calle. Iba elegante y me sonrió, como siempre. Nos alegramos de encontrarnos y hablamos un poco. La conversación era fluida y su rostro se iluminó al tiempo que exclamaba, de manera espontánea: ¡Qué bello es vivir! Le salió del alma, con toda la energía de su frágil corazón.

Esa frase encerraba un profundo significado y me pregunté cómo una persona mayor, diezmada por los problemas de salud y con grandes dificultades para moverse, podía decir esto desde lo más hondo de su ser. Una frase que podríamos atribuir a un joven que vibra ante la vida. La clave de estas palabras era, no tanto su salud, sino la fuerza de su fe y unas profundas convicciones religiosas, que la empujaban a ir más allá de sus propios límites. 

Su enfermedad coronaria no la detenía. Aunque tardase más tiempo, tenía que llegar a su parroquia. Amaba el corazón de Jesús y sacaba la suficiente energía para no fallar a su cita en el templo.

Esta mujer humilde supo vivir su fe sin que la enfermedad se lo impidiera. Detrás de su sencillez había mucha sabiduría. Sólo cuando se ama desde el corazón, la vida puede ser bella, sin importar que uno se sienta vulnerable, porque lo que da razones para vivir es la capacidad de creer y de amar.

Quiero agradecer a Eudoxia su testimonio, pues aunque haya sido muy discreto, a mí me ha hecho un profundo bien. Cuántas personas, desde su discreción, a veces desde la sombra, simplemente con su saber estar, son bálsamo y perfume, y aportan suavidad y frescura en medio del ajetreo y la tensión de la vida pastoral.

Ahora, ella vive una vida bella con mayúscula, y contemplará un nuevo paraje, en su nueva existencia en el cielo. Ahora, con un corazón nuevo y siempre joven, podrá escalar la cumbre más hermosa, hasta el corazón de Dios.

Eudoxia, tus delicados pasos han dejado una suave huella en la vida de la comunidad. ¡Gracias!



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